Pensar México después de Iguala y
los 43 estudiantes Ayotzinapa
Uno de los problemas
fundamentales a los que asistimos en México y en Guerrero fundamentalmente es
el excesivo peso que le hemos otorgado al sistema político. El diseño político
en el país azteca se ha enfocado de sobremanera en el diseño de las instituciones
y ha dejado de lado la formación y la construcción de ciudadanía. Se ha
intentado construir un orden político basado en la elaboración e instalación de
reglas, normas y procedimientos sin considerar el contexto social y la cultura
política. Se ha preferido la norma y no la agencia. El estado nacional ha
quedado desprovisto de lo nacional y los discursos y mega relatos históricos
que antes nos permitían imaginarnos como una comunidad política se han
desgastado, quebrado y en el mejor de los casos dejados de lado. ¿Qué significa
ser mexicano o mexicana hoy en día? ¿Qué nos identificaba antes como nación y
qué nos identifica ahora? ¿Cuándo se agotó la legitimidad que antes le daba
algún sustento al sistema político?
Lo que tenemos claro después de
la masacre de Iguala es que la vida de cierto tipo de ciudadanos y ciudadanas
no vale mucho para los miembros de las élites políticas de ciertas entidades
federales como Guerrero, Tamaulipas y Michoacán. El caso de Igual está
destapando una verdadera hecatombe humanitaria, ya se han encontrado 9 fosas
llenas de cadáveres y lo primero que se le ocurre al Gobernador del Estado de
Guerrero es decir: “Algunos de los 28 cuerpos exhumados el pasado fin de semana
no corresponden a los 43 estudiantes desaparecidos”. ¡Es decir, hay más de 43
muertos y eso es una buena noticia! Peregrina afirmación del Gobernador de
Guerrero. La verdad, calladito se vería más bonito. En fin. Otra fina expresión
humanitaria de la clase política.
Otro punto que nos debería ya
preocupar es lo siguiente. El nivel de involucramiento entre el crimen
organizado y los municipios. Es casi una condición de correspondencia que el
crimen organizado detente el control de las policías municipales en la mayor
parte de los municipios guerrerenses, así logran organizar el cobro de derecho
piso, las extorsiones y los secuestros, usan las instituciones estatales para
beneficio propio y de paso logran el control político de los territorios y
poblaciones municipales. Los casos de Iguala y Michoacán son aleccionadores, ¿quehacer
para romper este binomio de violencia, criminalidad e impunidad?
Una primera medida tendría que
ver con desaparecer a todas las policías municipales de Guerrero y construir
una nueva policía estatal con elementos provenientes de otras entidades y
profesionalizada. Otra segunda medida importante sería establecer una base de
datos que federal para detectar los antecedentes de cada posible candidato o
candidata a un cargo de elección popular. Un tercer elemento es acabar con el
monopolio que tienen los partidos políticos a los cargos de elección popular,
ampliar las candidaturas independientes y darle oxígeno ético al sistema
político. Finalmente sería importante subir los impuestos a los sectores más
ricos de México y generar nuevos mecanismos de redistribución del ingreso.
Poner el estado al servicio de la sociedad y la ciudadanía y no que siga
sirviendo a una minoritaria clase política profundamente deslegitimada y
cuestionada. ¡Los muertos de Ayotzinapa, los niños de ABC y los miles de
muertos de Calderón merecen eso y más!
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