domingo, 8 de febrero de 2009

Apuntes sobre la migración política peruana en Chile. El surgimiento de la “Lima chica” en Santiago de Chile.

El presente artículo trata sobre el desarrollo un enclave territorial étnico levantado por un sector de inmigrantes peruanos en Santiago y sus implicancias para el surgimiento de una noción de ciudadanía transnacional, en donde se enfatiza en la capacidad de algunas de sus organizaciones para influir políticamente en el ámbito local en la sociedad receptora (en Santiago de Chile), y transnacionalmente (en las localidades de origen de los inmigrantes en el Perú), y los factores que permiten explicar su surgimiento: Las diferencias culturales entre los nuevos inmigrantes peruanos y los nativos chilenos, la discriminación cultural, social y económica que sufrieron los inmigrantes peruanos (que actuó como un mecanismo de presión que los aglutinó), la situación de despoblamiento previa del espacio urbano que los peruanos ocuparon en Santiago, y la existencia de un liderazgo económico y político entre los inmigrantes peruanos que hizo las veces de mediadores de las demandas políticas de los inmigrantes ante las organizaciones de la sociedad civil chilena, funcionarios de dicho estado y los funcionarios peruanos en Chile.
A continuación expongo los principales elementos teóricos que dan sustento a este trabajo para luego mostrar los datos empíricos relevantes al caso peruano en Santiago de Chile, finalmente presento mis conclusiones.

Transnacionalismo, transnacionalidad, globalización y glocalización
Una de las hipótesis centrales más difundidas sobre los estudios de migración y transnacionalismo político, sostiene que cuando las redes sociales de los inmigrantes alcanzan cierta densidad en la sociedad receptora, estas se cristalizan en enclaves territoriales, creándose un espacio en donde los inmigrantes despliegan sus capacidades políticas, culturales, sociales y económicas, con la finalidad de tener una mayor inclusión y autonomía en la sociedad receptora, Faist (1998) y Portes, (1986 y 2004).
La noción de transnacionalismo designa una área de investigación acotada y delimitada por: “ocupaciones y actividades que requieren de contactos sociales habituales y sostenidos a través de las fronteras nacionales para su ejecución” (Portes, 2004, 16).
Un principio básico es la regularidad de estos movimientos es la intensidad de los intercambios y el surgimiento de nuevas formas de transacciones culturales, económicas sociales y políticas, surgiendo una multiplicidad de actividades que traspasan las fronteras nacionales y que requieren de un movimiento geográfico transnacional para su éxito (Guarnizo, Portes y Landolt 2004; 18 – 19).
Lo transnacional, en la globalización, sólo cobra sentido cuando sé glocaliza. La globalización no es un fenómeno externo a las experiencias locales, es una expresión macrosocial que solo puede ser entendida a través de sus especificidades locales. Una vía analítica para recuperar su dimensión microsocial es a través del concepto de “glocalización”, el cual es un proceso originado de la globalización que a supuesto la reconstrucción y “en cierto sentido la producción de hogar, comunidad y localidad” (Robertson, 2003, 267), de los inmigrantes.
La expresión local de la globalización se da debido a que asume la simultaneidad y la interpenetración entre sus expresiones macrosociales y microsociales. Por eso es fundamental delimitar el concepto de globalización; “definida en su sentido más general como la comprensión del mundo (...) Pero implica también la invención de la localidad en el mismo sentido general que la idea de la invención de la tradición, así como su imaginación.” (Ibídem, 273).
Los inmigrantes transnacionales se mueven fácilmente entre diferentes culturas, frecuentemente mantienen casas en dos países, y siguen intereses económicos, políticos, y culturales que requieren una presencia simultánea en ambos estados. Sin embargo, ¿qué dio lugar a estas comunidades transnacionales?
Una posible explicación pasa sin duda alguna por la expansión de la globalización económica, el incremento exponencial de la migración internacional y el debilitamiento de los Estados-nacionales, además del abaratamiento y desarrollo de las comunicaciones electrónicas y los pasajes aéreos, sin embargo estos factores sólo explican una parte del fenómeno. Aquel que se ha dado desde arriba hacia abajo, por lo que se hace necesario conocer otra dinámica, aquella que va en dirección contraria y que nace desde los propios inmigrantes; sus redes sociales.
El crecimiento de las redes sociopolíticas, culturales (parentesco) y económicos, basados en la identificación familiar, étnica, regional, política, nacional y de género, a través de las fronteras permite a los trabajadores inmigrantes tener alguna protección frente al aislamiento cultural y su status legal inferior frente a los ciudadanos nativos, así como a no perder sus vínculos originarios (Portes, 2004; 4).
Según Faist (1998; 12), los principales factores que permiten el despliegue del transnacionalismo político son: Fuertes lazos sociales y simbólicos establecidos durante un amplio período de tiempo por los trabajadores migratorios y refugiados con el país de origen y el país de inmigración. Estos lazos y recursos correspondientes no sólo son incluidos en los flujos de migración, sino que también van en el comercio y los medios de comunicación masivos. Las regulaciones jurídicas y los regímenes políticos estatales e internacionales, permiten grados y variantes en el movimiento de personas y tolerar o reprimir actividades políticas de los inmigrantes y refugiados en los países receptores.
Las condiciones específicas que favorecerían el surgimiento del transnacionalismo político son: Los conflictos políticos del país de origen a veces suelen ser exportados a los países de inmigración, el desarrollo de serios obstáculos a la integración socio-económica y cultural de los inmigrantes en los países receptores, o el rechazo de los mismos inmigrantes a los procesos de integración ofrecidos por dichos estados. Por último, si los países de inmigración son democracias liberales que no asimilan a los inmigrantes por la fuerza, las minorías inmigrantes tienen mayores oportunidades mayores para desarrollar lazos políticos y culturales con sus países de origen (Kymlicka, 2003).

Transnacionalidad y ciudadanía
La ciudadanía analíticamente puede verse como una institución, es decir, reglas, procedimientos y normas que establecen, quienes son los ciudadanos y cuales son sus derechos y deberes políticos, sociales y civiles.
Sucintamente la ciudadanía es la relación que se establece entre el individuo y el Estado-nación y que se codifica a través del derecho y tiene tres dimensiones: Procedimental, identitaria y simbólica.
Lo procedimental se refiere al conjunto de derechos, obligaciones y requisitos que tiene que cumplir un individuo(a), para ser incluido como ciudadano, los cuales se encuentran cristalizados en la Constitución.
La dimensión identitaria implica entender a la ciudadanía como una forma de identidad política que homologa individuos diferentes pero iguales en tanto, es ciudadana dentro de una comunidad política y que los diferencia de los ciudadanos de otra comunidad política, la identidad en este sentido siempre es con relación a un ‘otro’.
La dimensión simbólica se refiere a las narrativas que legitiman los criterios procedímentales e identitarios de inclusión y exclusión que se generan en la nación, la cultura política y el espacio público.
Las investigaciones relacionadas con los temas de ciudadanía y transnacionalismo político, hechas sobre países no desarrollados, Calderón (2003), Landolf (2003) y Halpern (2003), han privilegiado los siguientes temas: la extensión de los derechos políticos de los inmigrantes tratándolo ya sea por su ausencia o presencia; la influencia política del Estado-nación de origen en la articulación de las demandas políticas de los inmigrantes, el impacto de los regímenes autoritarios en el desarrollo de comunidades transnacionales y la discriminación en las sociedades receptoras hacia los inmigrantes como un factor que incide en la formación de enclaves territoriales y organizaciones políticas entre los inmigrantes.
En los países desarrollados, los estudios se han centrado básicamente en las organizaciones y movimientos sociales de los inmigrantes y sus demandas de legalización e inclusión en los derechos políticos, sociales y económicos y el respeto de los DDHH, y la influencia de comunidades de inmigrantes, como los cubanos en Florida, en la política doméstica estadounidense (Gálvez, 2004), y (Bobes, 2003). Todos estos antecedentes nos serán de utilidad para explicar el caso peruano en Santiago de Chile.

La novedad de la democracia en el Chile de los Noventa
El 11 de septiembre de 1973, un golpe militar terminó con el Gobierno Constitucional de Salvador Allende. Los graves conflictos derivados del enfrentamiento entre los sectores conservadores y el experimento de la “Revolución Socialista en Democracia”, de la Unidad Popular (UP), fueron resueltos con un golpe de estado que instalo en el poder a una dictadura militar que gobernó a Chile por 17 años (1973 – 1990).
Durante dicho período, un tema fundamental en los esfuerzos por la democratización en Chile fueron los derechos humanos. La recuperación de los espacios públicos a fines del período dictatorial fue encabezada por las organizaciones de derechos humanos y de la Iglesia Católica, frases como: “Ni perdón ni olvido” o “Para que nunca más en Chile”, se convirtieron en parte del paisaje urbano de las principales ciudades chilenas.
Las reiteradas denuncias en los foros internacionales y la acción de organizaciones como Amnistía Internacional sensibilizaron a la opinión pública chilena e internacional hasta que el discurso de los derechos humanos se convirtió en un tema sustantivo de la transición política, a la vez que término siendo un asunto que quedó pendiente, debido a que el régimen anterior impuso una Constitución Política, que permitió la impunidad de los actores de la violencia política y por lo cual sus efectos continuaron dividiendo a la sociedad chilena (Garretón, 1999, 63).
En 1990, la transición política chilena abrió las puertas de una sociedad que durante 17 años había vivido de espaldas a las libertades civiles, políticas y culturales. La transición democrática[1] permitió una apertura social y política, una de cuyas consecuencias fue la eliminación de las barreras que impedían a muchos peruanos ingresar libremente al territorio chileno.
Fue a este contexto transicional al que arribaron los primeros refugiados políticos peruanos inicios de 1990[2]. Según el Instituto Católico de Migraciones (INCAMI), en 1999, residían en Chile un total de 205 refugiados de esa nacionalidad (Avendaño, 1999, 12 y 13). La recepción que tuvieron una parte de los refugiados peruanos en Chile fue de aceptación, solidaridad y apoyo por organizaciones de DDHH y ciudadanos chilenos. El hecho de compartir el problema de la impunidad ante las violaciones a los derechos humanos y la novedad de la transición democrática chilena, son factores importantes para explicar como se generaron afinidades y solidaridades entre un sector de refugiados peruanos y organizaciones de ciudadanos chilenos dedicados de la defensa y promoción de los DDHH (Luque, 2002). La novedad de la democracia en Chile permitió el despliegue social y político de los refugiados peruanos.

El caso peruano en Santiago de Chile
Al finalizar la década de los ochenta, el Perú vivía la crisis terminal de un régimen democrático asediado por el terrorismo, la violencia política, la hiperinflación de su economía y la parálisis de sus instituciones políticas.
Un modelo de concebir la relación entre el Estado y la sociedad, basado en la preeminencia del Estado como eje articulador de las actividades económicas, sociales, culturales y políticas llegaba a su fin. El golpe de Estado de 1992, del entonces presidente Alberto Fujimori, acabó con el débil régimen democrático peruano, dando paso a una dictadura, que violó sistemáticamente los derechos humanos de miles de ciudadanos peruanos, obligando a muchos de ellos a buscar refugio en un tercer país. En ese escenario, se inició un sostenido proceso migratorio de peruanos hacia Santiago de Chile.

¿Existe un enclave territorial de los inmigrantes peruanos en Santiago de Chile?
En los primeros años de la década de los noventa, la Comuna de Santiago Centro, ubicada en la Región Metropolitana de Chile, enfrentaba un progresivo despoblamiento, muchos de sus habitantes habían optado por abandonarla y radicar en otras comunas emergentes como La Florida, Peñalolén y Ñuñoa, la contaminación ambiental, la pérdida de status de la Comuna y el surgimiento de una nueva concepción urbana que significo el fin de los viejos barrios del centro entre los Santiaguinos, fueron elementos que contribuyeron a este proceso, las calles adyacentes a la Plaza de Armas y hacia los límites con el río Mapocho albergaban cantinas, bares, casas de cita y de hospedaje en la cual se refugiaban generalmente los chilenos que venían del sur, además de estudiantes universitarios, un importante número de casas y edificios se encontraban abandonados y en un fuerte estado de deterioro, ante ello, la Municipalidad de Santiago – Centro[3], lanzó una campaña de repoblamiento, ofreciendo subsidios a los ciudadanos que decidían comprar sus residencias en la Comuna y a las empresas constructoras. Las rentas de vivienda tenían un bajo costo, asimismo con el Antiguo Terminal Norte (que dejo de funcionar en 1994), al cual llegaban los pasajeros por vía terrestre del norte de Chile y desde el Perú y Bolivia, el costo del pasaje entre Lima y Santiago, eran ochenta dólares de la época.
Los inmigrantes peruanos que entrevisté y que llegaron entre 1991 y 1995, señalaron que los motivos de su viaje a Santiago fueron básicamente cuatro: En busca de trabajo, persecución política, aventura personal y para usar Santiago como vía de tránsito a un tercer país, de preferencia los Estados Unidos, España, Francia e Italia o Australia, pero por diversas razones se fueron quedando: Daniel, microempresario, originario del Callao, 38 años, dueño de un negocio de productos peruanos que llegó a Santiago de Chile en 1992, narra ese transcurso: “yo vine acá a Chile para tramitar mi visa para irme a Australia, y como no me resultó me vi en la necesidad de quedarme por lo menos un año acá en Chile, y a raíz de eso han pasado cosas que me han enganchando con Chile, ya sea por el tema monetario, laboral o el familiar, y de ese año ya llevo ya poco más de trece años en Chile.”
Entre los años 1990 y 1995, era inusual ver a inmigrantes peruanos de origen andino en las calles del centro de Santiago, no habían locales comerciales, restaurantes, ni oficinas de envió de remesas al Perú pertenecientes a inmigrantes de dicha nacionalidad, el único restaurante de comida peruana en el sector era propiedad de un ciudadano chileno[4], tampoco se daban concentraciones de ciudadanos de esa nacionalidad en las calles adyacentes a la Plaza de Armas, “En esos años era muy difícil ver un peruano en la calle, no como ahora que de repente en cualquier momento, en cualquier instante, encuentras grupos de peruanos, sobretodo aquí en el centro de Santiago, yo ahí vivía, en ese entonces, alquilaba en una residencial un cuarto, que me salía en diez mil pesos de la época, vivía solo, y estaba ubicado acá en San Pablo con Teatinos, y vivía solo. Y ahí fue propiamente mi primer lugar de hospedaje y de centro de operaciones”. Daniel, es uno de los pioneros, de la nueva migración peruana, caracterizada por estar integrada mayoritariamente por inmigrantes que arribaron a Chile después de 1990. Las respuestas a la encuesta que realicé en Santiago de Chile, ante la pregunta: ¿En que año llegaste a Santiago de Chile?, muestran la siguiente concentración:
Gráfico 1

El siguiente mapa muestra el “territorio”[5], en donde existe una fuerte concentración pública de los inmigrantes peruanos.
Mapa 1
Fuente: Plano de Santiago. Servicio Nacional de Turismo de Chile (SERNATUR).
En las cercanías de la Plaza de Armas se concentra la mayoría de negocios, propiedad de inmigrantes peruanos, el eje entre las calles Bandera, Catedral, San Pablo e Independencia, alberga a 99 comercios, los cuales detallo a continuación:

Comuna
Internet
y Telefonía
Abarrotes
y verduras
Restaurantes
Courier
Centros de baile
Residenciales
Santiago
12
2
12
6
2
12
Independencia
0
2
4
0
4
17
Recoleta
2
37
4
0
3
9
Total
12
41
18
6
9
9

Hasta aquí, los datos expuestos muestran una tendencia, pero no son lo suficientemente concluyentes para establecer la existencia de un enclave territorial, en este sentido, fue importante conectarlos con otras dos fuentes de información con la finalidad de elaborar un argumento fuerte, para ello utilicé el trabajo de Jorge Martínez (2003), sobre el censo chileno del 2002, en donde hace un análisis comparado sobre los datos de los inmigrantes peruanos y argentinos en Chile y los datos cuantitativos que obtuve durante el trabajo de campo que realicé entre los meses de octubre del 2003 y enero del 2004. La conexión permite confirmar la existencia de un enclave territorial formado por migrantes peruanos en Santiago de Chile, espacio que incluso es reconocido hoy en día por los inmigrantes y ciudadanos chilenos como la “Lima chica”.
El Censo Nacional de Chile del año 2002, permitió conocer datos concretos sobre el fenómeno peruano, de los 184,464 extranjeros que residen en Chile, 37,860[6], son de origen peruano, representando la segunda mayoría, después de los argentinos. El 73.26% de los inmigrantes peruanos (27,736), residen en la Provincia de Santiago y el 26.3% (9,958), se concentra en cuatro comunas del centro de dicha provincia, a diferencia de otras poblaciones de extranjeros, como los argentinos, quienes cuentan con el mayor número de residentes en Chile, pero viven distribuidos proporcionalmente a lo largo del territorio chileno. La población peruana en Chile, tiene un alto porcentaje de escolaridad (74.1%), un mayoritario componente femenino 60.24% (22,807), y el 80% de las mujeres peruanas trabajan como empleadas domésticas. Durante el análisis que hace Martínez (2003, 45), de los datos censales del 2002, presenta un cuadro donde los peruanos son ordenados de acuerdo a la comuna de residencia, género y el índice de masculinidad (IM).
Cuadro 1
CHILE: PERSONAS NACIDAS EN PERÚ POR SEXO Y RESIDENCIA EN COMUNAS
SELECCIONADAS DE LA PROVINCIA DE SANTIAGO – 2002
Comuna de residencia
Hombres
Mujeres
A. sexos
IM
Santiago
2933
2917
5850
100.5
Las Condes
535
2561
3096
20.9
Recoleta
736
730
1466
100.8
Vitacura
150
1275
1425
11.8
Estación Central
679
675
1354
100.6
Independencia
646
642
1288
100.6
Providencia
387
857
1244
45.2
Lo Barnechea
147
1031
1178
14.3
La Florida
498
614
1112
81.1
Peñalolén
426
683
1109
62.4
Otras comunas
3650
4967
8617
73.5
Total
10787
16952
27739
63.6
Fuente: Proyecto IMILA del CELADE.
Los datos del cuadro 1, muestran que en cuatro comunas de la Región Metropolitana de Chile: Santiago, Recoleta, Independencia y Estación Central existe una concentración de población peruana en donde hay una paridad en la cantidad de hombres y mujeres, mientras que en las restantes se observa una mayoritaria presencia femenina, es importante destacar que la mayoritaria presencia femenina en dichas comunas (las más ricas de la región), obedece a que muchas de ellas trabajan en dichos lugares como empleadas domésticas, de las 15,441 peruanas residentes en Santiago de Chile según el censo del 2002 que laboraban en el área Metropolitana, el 71.5% (11043), lo hacía en dicha actividad. Si tomamos en cuenta que el empleo doméstico tiene dos variantes, puertas adentro y puertas afuera[7], en general muchas mujeres peruanas se emplean “puertas adentro”, porque significa un ahorro y por lo tanto un mayor envío de las remesas a sus parientes en el Perú, la mayoría de estas mujeres se agrupan y rentan habitaciones en el Centro de Santiago para pasar en ellos el fin de semana (Stefoni, 2002), hecho que cuestiona los datos recogidos durante el censo del 2002 y establece la posibilidad de reflexionar acerca del lugar de residencia durante el fin de semana como el mas importante para ellas en términos identitarios y de autonomía.

El trasnacionalismo político entre las organizaciones de inmigrantes peruanos y su llegada a la “Lima chica”
La migración forzosa y el exilio, son elementos que marcaran fuertes diferencias en el futuro entre los inmigrantes peruanos, Juan, 54 años, nacido en Chimbote, refugiado político desde 1993 nos relata: “Para mí fue muy duro. yo llegué de un momento a otro, el 93, vine sólo y no tuve más orientación para empezar a trabajar, ni para buscarme la vida. Fui a una parroquia y ellos me recomendaron ir a la Comisión de derechos humanos, me dijeron que estas cosas habían pasado en Chile y que tenía que ir a esa comisión, y fui a la Comisión de Derechos Humanos de Chile y ellos me mandaron al ACNUR.” Si bien los esfuerzos de acogida a los refugiados peruanos por parte de las organizaciones de derechos humanos chilenas y el ACNUR fueron importantes en su inserción, ellos buscaron crear sus propios espacios, la condición de exiliados y la preocupación que tenían sobre la seguridad de sus seres queridos en el Perú y su posición política de abierta oposición al régimen de Fujimori, les daba una cierta cohesión y se organizan en asociaciones de refugiados políticos, en el año 1994 crean la primera asociación, “Los amigos de la vida”, bajo los auspicios del Instituto Católico de Migraciones (Incami), y la Parroquia italiana. Sin embargo, cuando las autoridades parroquiales se dan cuenta de su perfil político, apartan de dicha organización a los miembros fundadores (refugiados políticos), y la rebautizan con el nombre de: “Comunidad Peruana Santa Rosa de Lima”, asimismo al establecer los religiosos a cargo de dichas instituciones, vínculos con el Embajador peruano en Santiago de Chile, pasaron a tener una importante influencia entre los inmigrantes peruanos.
En dicha parroquia se crearon las organizaciones religiosas de inmigrantes, con mayor presencia simbólica para los peruanos durante la década de los noventa: “La hermandad del Señor de los Milagros”, y una remozada “Comunidad Peruana Santa Rosa de Lima, asimismo se convirtió en el centro de las celebraciones cívicas patrias de los peruanos, legitimada, desde entonces por la Embajada Peruana en Chile, y a través del Instituto Católico de Migraciones (Incami), pasó a administrar desde el año 1996, los programas del ACNUR para los refugiados políticos y con la creación de las “Jornadas Migratorias”, desde el año 1994, constituyó el principal foro sobre la problemática migratoria en Chile, en donde han participado, inmigrantes, refugiados, académicos, parlamentarios, funcionarios de alto rango del Estado Chileno, diplomáticos peruanos y autoridades religiosas de alto nivel, en tanto que la participación de las organizaciones de inmigrantes peruanas autónomas fueron paulatinamente excluidos de las mismas.[8]
El proceso de exclusión de los refugiados políticos peruanos es relatado por Jorge, refugiado, 52 años, originario de La Libertad, 54 años, exiliado desde 1992: “Cuando llegué aquí había una orfandad de organizaciones. Entonces vimos que era necesario hacer algo juntos y se propuso la formación de una comunidad cristiana y ahí en el Incami se gestó la comunidad cristiana “Amigos de la Vida” en el invierno del 93, nos juntamos y comenzamos a juntar más gente y funcionó, pero por malos entendidos con la parroquia Italiana no duró mucho y además que fue muy manipulada por el Instituto Católico de Migración, lamentablemente ellos, los curas querían tener todo el poder, mantener a la gente controlada y no dejar que la gente se organice, y actuaron para que se disolviera nuestra organización”.
Después de este conflicto la mayoría de los refugiados políticos buscaron espacios alternativos, muchos venían de la extrema izquierda peruana, fueron, por ejemplo, militantes o simpatizantes de las siguientes organizaciones: “Unidad Democrática Popular – Pueblo en Marcha (UDP)”, organización con vínculos con el MRTA, “Socorro Popular del Perú (SPP)”, organización de apoyo de Sendero Luminoso en el Perú, el “Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)”. Otros venían de organizaciones políticas como el “Partido Unificado Mariateguista (PUM)”, el “Partido Socialista Revolucionario (PSR)”, los cuales fueron parte de “Izquierda Unida”, el frente legal de izquierda con mayor presencia en el Perú durante la década de los ochenta, asimismo, habían militantes del APRA y algunos dirigentes vecinales[9]. Por otra parte, muchos de los conflictos que dichas organizaciones tuvieron en el Perú, se trasladaron a Santiago, y a la hora de crear nuevas organizaciones, primó en muchos casos el hecho de haber pertenecido o simpatizado con una misma estructura en el Perú. A fines del año 1995 ya se habían formado otras organizaciones de refugiados políticos, como el “Comité de Refugiados Políticos Peruanos en Chile”, la “Casa Andina de Solidaridad”, la “Asociación de Inmigrantes por la Integración Latinoamericana y del Caribe (APILA)”, eran organizaciones en general pequeñas, pero con sólidos vínculos con organizaciones de derechos humanos de la sociedad civil chilena, como el “Comité de Derechos del Pueblo (CODEPU)”, “La Fundación Social de Ayuda Cristiana (FASIC)”, y la sección de “Amnistía Internacional en Chile”, entre otras, Jorge, explica este proceso: “Yo fui uno de los fundadores de una de las primeras organizaciones cristianas que se llamó: “Amigos de la vida”, después con el tiempo formamos el “Grupo de los Ocho”, integrado exclusivamente por refugiados, nos juntamos para ver qué podíamos hacer por nuestros casos en el Perú, así tocamos las puertas de las organizaciones de derechos humanos chilenas para sensibilizar y dar a conocer la existencia de refugiados peruanos viviendo en Chile. Después del grupo de los ocho se formó el Comité de Refugiados y Proandes, las organizaciones que tienen más peso ahora”.
Todas estas organizaciones centraron su trabajo en la sociedad civil chilena y en establecer lazos con organizaciones de la izquierda chilena, como el Partido Comunista, lo que quedaba del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), de Chile y el Partido Humanista, con la finalidad de buscar su apoyo para difundir la situación política que el Perú vivía en aquellos años, un ejemplo de ello, es que en la “Fiesta de los Abrazos”, actividad que organiza el Partido Comunista de Chile en el Parque O´Higgins todas las primeras semanas de enero cada año, las organizaciones de refugiados peruanos entre 1994 al 2002, siempre contaron con establecimientos en donde difundían sus ideas políticas, la situación de los derechos humanos en el Perú, además, ofrecían comida típica peruana e incluso vendían artículos elaborados por los presos Políticos de su país.[10]
En 1996, algunas organizaciones como la “Casa Andina de Solidaridad”, y el “Comité de Refugiados Peruanos en Chile”, emprendieron una serie de actividades para denunciar el carácter autoritario del régimen Fujimorista, convocaron a marchas y concentraciones frente a la Embajada peruana en Santiago y realizan actividades de difusión en sindicatos y universidades, sin embargo el secuestro de la Embajada del Japón en Lima, en el año 1996, llevado a cabo por miembros del “Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA)”, fue el que dinamizó las actividades de la “Casa Andina de Solidaridad” y de otros refugiados políticos en Santiago de Chile, además contó con el apoyo de diversos actores estudiantiles y de la izquierda chilena.
Durante los más de cuatro meses que duró la ocupación de la Embajada de Japón en Lima, se organizaron en Santiago de Chile por lo menos 12 actividades de apoyo a dicha acción, entre las que se cuentan, cinco marchas a la Embajada del Perú en Santiago, tres foros de discusión en la Universidad de Chile y dos en la Universidad Pedagógica de Chile, incluso, el 23 de abril de 1997, al día siguiente de la acción militar del Ejercito Peruano que rescató a los rehenes de la Embajada del Japón en Lima, se concentraron frente a la Embajada del Perú en Santiago, alrededor de tres mil manifestantes, los cuales denunciaron el asesinato de miembros del MRTA, capturados por militares peruanos en dicha acción[11]. “La Casa Andina de Solidaridad”, dejó de funcionar a los pocos meses y algunos de sus integrantes formaron una nueva agrupación que tomó el nombre del “Movimiento 22 de abril”, en memoria de la acción de la toma de la embajada. Esta nueva agrupación realizó algunas actividades hasta el año 2001, siendo la principal, el homenaje anual en las instalaciones de la Central Unitaria de los Trabajadores de Chile (CUT), a lo que ellos denominaban sus caídos en la acción de la Embajada del Japón en Lima[12].
Las acciones y eventos que estas dos organizaciones, junto con algunas promovidas por el “Comité de Refugiados en Santiago de Chile”[13], son una muestra del dinamismo y el apoyo político que tuvieron dichas organizaciones por parte de actores de la sociedad santiaguina, sin embargo, no contaban con el apoyo de los inmigrantes económicos, y para fines del 1998[14], pasan a buscarlo en la “Lima chica”.
En 1998, las organizaciones de refugiados peruanos se interesan por las condiciones de vida de los inmigrantes económicos y los fuertes procesos de discriminación que estos enfrentan en el centro de Santiago de Chile, generando diversos programas de ayuda, por ejemplo, el “Comité de Refugiados Peruanos en Chile”, instala un Consultorio Jurídico en la Plaza de Armas de Santiago, con la finalidad de asesorar legalmente a los inmigrantes que tenían problemas en ese ámbito, por otra parte, APILA, implementó una bolsa de trabajo y de asesoria legal, mientras que Proandes, abrió una bolsa de trabajo y se conectó con otras organizaciones de la sociedad civil chilena para ofrecer asesoría legal y acceso a programas de salud para mujeres inmigrantes, en tanto que la Parroquia Italiana, abrió una bolsa de trabajo para mujeres, por otro lado, un Pastor evangélico peruano organizó un programa de asistencia para los inmigrantes peruanos indigentes en el Centro de Santiago debido a que: “La gente tenía problemas, gente que tenía sufría abusos, atropellos, necesidades, gente que dormía por la Plaza de Armas. Entonces nosotros acudimos a ellos y les ofrecimos asistencia en la calle, en los alrededores de la Plaza de Armas”. Además, el Incami estableció una bolsa de trabajo exclusivamente para empleadas domésticas.
Se desarrollo así, una fuerte competencia entre las organizaciones de refugiados peruanos y de aquellas con el Incami y la embajada peruana en Santiago. El “Comité de Refugiados Peruanos en Chile”, y “Proandes”, establecieron en las inmediaciones de la Plaza de Armas de Santiago, actividades como el reparto de regalos a los hijos de los inmigrantes en Navidad y celebraciones patrias paralelas a las organizadas por la Embajada Peruana y el Incami, en los años 1998, 1999 y el 2000.
La crisis del régimen Fujimorista a inicios del año 2000, permitió nuevamente el despliegue de actividades políticas transnacionales de algunas organizaciones de inmigrantes como “El Comité de Refugiados Peruanos en Chile”, “Proandes” y “Apila”, actividades que incluyeron manifestaciones ante los locales diplomáticos del Perú en Chile, conferencias de prensa y Jornadas de Difusión sobre la situación peruana en Universidades y otros espacios públicos, siendo uno de ellos el de la Plaza de Armas, no era raro ver a activistas peruanos denunciando las irregularidades y la corrupción del Régimen Fujimorista. La crisis política en el Perú acaba con la huida de Fujimori al Japón y el nombramiento de un Presidente interino, Valentín Paniagua, el cual convocó a nuevas elecciones generales, en donde fue elegido Alejandro Toledo.
La transición política en el Perú ocasionó varios cambios, se abrieron nuevas organizaciones de inmigrantes peruanas, como la Asociación de Residentes Peruanos en Chile (APECH), constituida por inmigrantes económicos y algunos refugiados políticos, bajo el patrocinio del nuevo Cónsul peruano, quién creó en el año 2002 “El Foro de Organizaciones Peruanas en Chile”, participando en este la mayoría de las organizaciones de inmigrantes, pero, algunas de las organizaciones como “Apila”, propusieron que la elección de los representantes fuese mediante un proceso electoral que involucraría a los ciudadanos peruanos inscritos en los registros del Consulado. Humberto Campos[15], dirigente de “Apila”, refugiado, originario de Chimbote, exiliado en Chile desde 1993, sostuvo: “Recién con este gobierno se ha empezado ha crear los Consejos de Consulta de los peruanos en el exterior, pero mas como apéndices de las delegaciones diplomáticas, con el interés de controlar a la colonia peruana, en vez de ayudar en resolver sus problemáticas; para ello limitan en lo posible, la capacidad de que los propios inmigrantes peruanos podamos participar democráticamente en la creación de los organismos administrativos que nos compete. Esto no es un regalo del gobierno actual, sino una demanda de los migrantes peruanos en el exterior, no fue una demanda estructurada, más bien desordenada; pero que este gobierno oportunistamente ha buscado aprovecharse de casi la décima parte del población peruana que se encuentra en el exterior (cerca de dos millones y medio de personas) y de las de remesas que llegan al Perú (1295 millones de dólares en el año 2003, según el BID); tanto políticamente como económicamente es un sector social importantísimo”. Sin embargo, “Proandes”[16], sostuvo una posición contraria: “El Foro, como nosotros lo hemos entendido, es una inédita instancia de encuentro y coordinación, voluntaria, espontánea y horizontal, de representantes de asociaciones y clubes , convocada por el actual señor Cónsul. Como todos lo sabemos, tal coordinación es de suyo difícil, dada la heterogeneidad de la inmigración peruana actual en Chile. Fuertes diferencias de estrato socioeconómico, niveles educacionales, ideas políticas, religiosas, etc, etc. Incluso, a nivel personal, son de todos conocidas las polémicas, acusaciones y divisiones que han protagonizado varias de las asociaciones de inmigrantes peruanos y sus representantes. Agregase a ello el hecho contundente de que la suma de todos/as nuestros asociados no alcanza ni a una milésima parte de los cerca de 60.0000 compatriotas residentes en Chile, los cuales no han evidenciado ni la más mínima necesidad de ser representados por alguna asociación o Foro (el cual, dicho sea de paso, la gran mayoría desconoce siquiera su existencia). Por todo ello, la única “representación” real y posible de la comunidad inmigrante peruana en general –si es que hay alguna- es la del Consulado del Perú, puesto que ella emana del gobierno peruano”.

El debate entre ambas organizaciones denotaron distintas visiones de construcción de ciudadanía, mientras que APILA propone una participación activa de la “sociedad civil migrante peruana en Santiago de Chile”, PROANDES, en su discurso opera de manera contraria, es decir, una construcción de la ciudadanía desde el Estado a la sociedad civil. Este desencuentro de opiniones es clave para entender los procesos políticos de los peruanos organizados en Chile, además de darnos cuenta de la existencia de una esfera pública migrante, en donde dichos actores debaten discursivamente en la lógica habermasiana.

En el año 2002, “Proandes” dejó de trabajar en el Centro de Santiago, privilegiando una articulación de mayor carácter institucional con el Instituto de la Mujer, la UNIFEM y el Consulado peruano, incluso algunos de sus dirigentes, que antaño resaltaban su condición de refugiados, pasaron a identificarse como “inmigrantes” (Huatay y Calquisto, 2003; 4).

Otra organización, el “Comité de refugiados peruanos en Chile”, si bien participó de este foro, privilegio un trabajo directo en la zona del centro de Santiago, conocida con la “Lima chica”, sus dirigentes son reconocidos entre los inmigrantes peruanos ya que resuelven sus problemas de legalidad y asumen su defensa ante los abusos de las autoridades chilenas, incluso organizaron a comienzos de este año una marcha por el centro de Santiago con la finalidad de solicitar una nueva amnistía para los inmigrantes sin papeles[17], además ya han generado otra nueva organización llamada "Sindicato Asamblea de Trabajadores Migrantes", dichas organizaciones son las de mayor presencia en la zona céntrica de Santiago y mantienen sólidos vínculos con otras organizaciones peruanas en Buenos Aires (Argentina), y La Paz (Bolivia).

Conclusiones
La reterritorilización del fenómeno peruano en Santiago de Chile es un ejemplo de cómo se da la lógica globalización/glocalización donde la idea de comunidad “imaginaria”, propuesta por Anderson (1992), adquiere un sentido fuera del marco del Estado-nación. Asimismo se confirma la hipótesis expuesta por Faist en el sentido de que los conflictos políticos de las inmigrantes se trasladan con ellos y si estos tienen una fuerte intensidad, expresada en la presencia de refugiados y exiliados en el país receptor.
Es importante resaltar que el desarrollo del enclave territorial y de las actividades políticas de los refugiados peruanos en Santiago de Chile no fue coincidente en primer momento, durante los años 1991 a 1997, casi no existen documentos o artículos en la prensa chilena en donde aparezcan organizaciones de los refugiados respaldando o denunciando actitudes discriminatorias por parte de ciudadanos o funcionarios chilenos, las noticias básicamente hacen referencia a actividades políticas de los refugiados peruanos y en general son publicadas por medios de comunicación y prensa relacionada con organizaciones de la Izquierda Chilena[18]. Pero, desde 1999, todas las organizaciones de refugiados se vuelcan a trabajar en la zona de Santiago Centro en donde se concentran los inmigrantes económicos, ¿Cuáles fueron las razones de este viraje? Una primera conclusión es la necesidad de las organizaciones de refugiados peruanos por ganar una mayor legitimidad entre sus connacionales y el reconocimiento ante la sociedad civil chilena como interlocutores representativos de los inmigrantes peruanos; otro factor fue el acceso a recursos económicos, muchos de los dirigentes de las organizaciones cobran por las asesorías legales, laborales y de acceso a servicios sociales, orientaciones vitales para los nuevos inmigrantes que no cuentan con dicho conocimiento, por otra parte, está también el tema del prestigio y el reconocimiento, durante el trabajo de campo pude observar como los dirigentes usaban sus relaciones con el Cónsul, funcionarios chilenos y organizaciones de la sociedad civil para solucionar problemas concretos de los inmigrantes, y en muchos casos el esfuerzo del dirigente no tenía una compensación monetaria, pero sí se creaban relaciones de solidaridad y reconocimiento. Un elemento que resalta es la amnistía migratoria de 1998, con ella se forma un importante número de inmigrantes con la legalidad necesaria para luchar por sus derechos políticos en Chile.
En consecuencia, el surgimiento del enclave territorial étnico de los inmigrantes peruanos junto con la presencia previa de refugiados políticos peruanos que establecieron relaciones con organismos de la sociedad civil chilena y que adquirieron conocimientos relacionados con el funcionamiento de ciertas instituciones chilenas, fueron condiciones claves para el despliegue de sus actividades políticas trasnacionales, sin la conjunción de ambos factores, estas son marginales, asimismo, opera como un espacio simbólico al cual acuden los y las inmigrantes peruanos/as, en donde obtienen ayuda legal y solidaridad de sus redes de apoyo, y se reencuentran con su comunidad “imaginaria” de procedencia.
Por otra parte, las acciones políticas transnacionales de los inmigrantes peruanos en Santiago de Chile se encuentran delimitadas en dos sentidos: Socialmente se encuentran construidas dentro de las redes transnacionales que las personas forman y por las cuales transitan (desde abajo), y en segundo lugar, por las políticas y prácticas de los Estados-nación territorialmente establecidos (desde arriba). Estas lógicas de articulación social y política generaron un campo de conflicto cuando las organizaciones de refugiados peruanos compitieron entre ellas y con el Consulado peruano y el Incami por tener una mayor influencia y reconocimiento sobre la población peruana inmigrante.

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[1]La democracia es un régimen político que consiste en la mediación institucional entre el Estado y los ciudadanos, que busca resolver los problemas de gobierno, ciudadanía y la canalización institucional de los conflictos sociales (Garretón, 1999, 59). La democracia aborda estos problemas a través de determinados principios y mecanismos: la vigencia de los derechos humanos, las libertades públicas, el estado de derecho, la soberanía popular y la elección de los gobernantes por los ciudadanos por medio de elecciones libres y el voto secreto universal, el principio de alternancia en el poder y el respeto de las mayorías y minorías, el pluralismo político, la representación y la participación en los asuntos públicos
[2]Las razones de la elección de ese país como lugar de acogida fueron: i) El retorno a la democracia en Chile, ii) La existencia de una Oficina del ACNUR en Santiago, iii) Las conexiones existentes entre las organizaciones de derechos humanos chilenas y peruanas.
[3] Dicha campaña fue promovida por el entonces Alcalde de Santiago de Chile, Jaime Ravinet.
[4] Me refiero al “Club Peruano”, que se encontraba en la segunda cuadra de la calle San Isidro.
[5] Entiendo por territorio el especio apropiado y valorizado por un grupo social para asegurar su reproducción y la satisfacción de sus necesidades vitales, asimismo la cultura, entendida como pautas de significados, constituye una dimensión fundamental del territorio, porque la apropiación del espacio no tiene sólo un carácter instrumental sino también simbólico. (Jiménez, 2001; 5)
[6] Según los datos presentados por Teófilo Altamirano, la cantidad de inmigrantes de esa nacionalidad residentes en Chile al terminar el año 1990 era de 29,350, mientras que los datos consignados por Araujo, Legua y Ossandón (2002), eran de 10,337 residentes peruanos en el año 1992. La cifra del Censo Nacional de Chile del año 2002, de 37,860, no recoge a la totalidad de la población peruana en dicho país, debido a que no contempla el hecho de que muchos inmigrantes peruanos viven hacinados en viviendas y cuartos, y en muchos casos, los que se encuentran en situación irregular buscan no ser visibles para el Estado Chileno, escudándose en los inmigrantes documentados para las actividades que requieren algún tipo de vínculos con funcionarios del Estado chileno.
[7] Generalmente el trabajo “puertas adentro”, en el trabajo doméstico significa que la mujer que desempeña esta labora se encuentra atada a su puesto de trabajo desde la mañana del lunes hasta el sábado por la mañana, mientras que la versión “puertas afuera”, supone una relación contractual de ocho horas diarias de lunes a viernes.
[8] El Instituto Católico de Migraciones, publica bimensualmente, desde mediados de la década del Ochenta, una revista, con el nombre de “Migrantes”, una lectura somera de los contenidos de los números 50 al 63, que cubren el período 1994-2003, da una excelente orientación de este proceso.
[9]Es importante destacar que muchos de los refugiados políticos que llegaron a Chile, en aquellos años, no lo hicieron amenazados por el Estado, sino por militantes de Sendero Luminoso, organización de ideología maoísta que fue creada en la década de los sesenta por un grupo de estudiantes y profesores de la Universidad San Cristóbal de Huanta, en la provincia de Ayacucho, ubicada en la sierra central del Perú, una de las zonas mas pobres y marginales de dicho estado, en los inicios de la década de los ochenta, le declaró la guerra al Estado Peruano, iniciándose así un conflicto armado que desangro al país hasta su derrota en el año 1994. Militantes de Sendero Luminoso asesinaron a cientos de dirigentes de la Izquierda legal peruana (IU), a través de asesinatos selectivos, cometieron asesinatos colectivos en varias comunidades campesinas que no se quisieron plegar a su llamada “Guerra Popular”, una mayor información sobre esta organización, se puede ver en la página web del informe de la “Comisión de la Verdad en el Perú”.
[10] Una descripción de estas actividades se puede encontrar en el semanario “el Siglo”, medio impreso publicado por el Partido Comunista de Chile, en sus números correspondientes al mes de enero de cada año. www.elsiglo.cl
[11] El Mercurio, 24 de abril de 1997. www.emol.cl.
[12] Incluso uno de estos homenajes fue filmado y trasmitido por un Canal de Televisión Peruana, Frecuencia Latina, en el mes de Abril de 1999.
[13] Dicha organización, llevó a cabo un homenaje público a los presos políticos de Sendero Luminoso que fueron asesinados en el mes de Junio del año 1986, cuando se tomaron los Penales de Alta Seguridad de Canto Grande, el Frontón y Santa Bárbara.
[14] Osorio, Víctor, “Homenaje a presos de Sendero Luminoso en Santiago de Chile”, en: El Metropolitano, pp. 8. 21 de Junio de 1999. Santiago de Chile.
[15] Campos; Humberto, “Sobre el FORO y Consejos de Consulta de Peruanos”; Carta dirigida a la Comunidad peruana en Santiago de Chile, 26 de mayo del 2004, Chile.
[16]Proandes, “Sobre la propuesta de “Legalizar” el Foro de Asociaciones y Clubes Peruanos en Chile”. Carta de Proandes al foro peruano, 13 de Mayo del 2001, Santiago de Chile.
[17] Cientos de peruanos y otros grupos de residentes extranjeros marcharon por las calles de Santiago en protesta por los atropellos a los derechos de los inmigrantes y refugiados. El presidente del Comité de Refugiados Peruanos, Raúl, Paiba, señaló que la marcha de este domingo fue para reclamar por una amnistía migratoria general. El reclamo peruano de una amnistía general migratoria se mezcló con las demandas para acabar con la discriminación laboral que les afecta. La presidenta del "Sindicato Asamblea de Trabajadores Migrantes", Roberta Ropón Maza, afirmó que su agrupación ha solicitando de forma gradual cosas al gobierno del presidente Ricardo Lagos y agradeció el apoyo de organizaciones chilenas que se sumaron a la marcha. http://www.elcomercioperu.com.pe/OnLine/Html/2004-04-18/onlMundo0127447.html
[18] Básicamente son dos “EL Siglo” y “Punto Final”. www.elsiglo.cl y www.puntofinal.cl

Género, memoria y ciudadanía en un contexto post-nacional. El caso de los peruanos y peruanas refugiados en Santiago de Chile

Introducción

Cómo consecuencia de la violencia política y el ascenso de una dictadura cívico-militar en el Perú, en los primeros años de la década de los noventa llegaron a Chile cerca de doscientos ciudadanos y ciudadanas peruanas. La razón fundamental de su arribo a este país se debió a la persecución política por parte de agentes del Estado u organizaciones alzadas en armas. Con el correr de los años establecieron y fundaron diversas organizaciones vinculadas con la defensa y promoción de los derechos humanos de los migrantes, así como para denunciar los atropellos y las violaciones a los derechos humanos por parte de la Dictadura Fujimorista en el Perú. El presente trabajo se basa en 4 entrevistas en profundidad realizadas a refugiados peruanos residentes en Santiago de Chile (2 varones y 2 mujeres), con la finalidad de indagar en los procesos de reconstrucción de su memoria política y social previo a su exilio y durante el mismo, entendiendo desde una perspectiva de género que los espacios públicos y privados de lo masculino y lo femenino son codificados desde diferentes ángulos (Fraser, 1997). En este sentido, la memoria es entendida sociologicamente como una construcción social colectiva y genérica, un espacio de comprensión e interpretación de determinados acontecimientos que sellaron indeleblemente la trayectoria de vida de un significativo número de miembros de una comunidad política, pero que al ser recuperada es un factor importante en la constitución de las identidades políticas y nacionales de los refugiados y exiliados políticos, las cuales se constituyen diferencialmente a través de la construcción social del género.

1. Memoria, Sujeto/a y esfera pública

Hace casi 6 años atrás Alain Touraine (1997), publicó su ya conocido texto: ¿Podremos vivir juntos? En el muestra su preocupación por lo que denominó el proceso de demosdernización, un fenómeno que está generando profundas disociaciones en nuestras sociedades al atraparlas en una dinámica racional instrumental propia del mercado y la emergencia de espacios y prácticas comunitaristas que se cierran sobre si mismas y generan ideologías de la no convivencia. La propuesta de este autor para combatir dicho proceso consiste en la puesta en práctica de un “SUJETO”, capaz de conectar el mundo del mercado y la identidad cultural a partir de su misma individuación, basada en valores democráticos y una reflexión positiva sobre su vida y el contexto en él que se realiza, ello permite conectar la diversidad de identidades (incluida el género), con conceptos como democracia, ciudadanía, migración (en el sentido del otro), y la globalización.

Un aspecto fundamental de la propuesta de Touraine en la constitución del “sujeto”, son los conceptos de “Rememoración”, “memoria” y “distanciamiento”. El primero nos hace volver al campo de nuestra experiencia, lo ausente, expulsado o degradado. Específicamente, se trata de hacer revivir lo que fue censurado como infantil o primitivo a los ojos de la civilización técnica, o lo clasificado como utópico o dominante por los dominados. La rememoración se transforma en una memoria distante en el tiempo o el espacio. La memoria se da en quienes viven, hablan y escuchan, cuando hallan en el pensamiento de los desaparecidos, correspondencias con sus propias reflexiones, al recordar, recomponen el mundo, y ello erradica la historia y la transforma en memoria. Incluso el distanciamiento que hace el “sujeto” del hecho social, le permite reconocer y reconocerse, liberándolo del poder absoluto del Estado, de la religión y las identidades comunitaristas. Finalmente. “Mediante la recomposición del mundo, el sujeto es no sólo un sujeto histórico, sino también y sobre todo un sujeto trágico y, lo mismo que un actor, un testigo”. (Touraine, 2001, 189)

Estas ideas son básicas en el presente trabajo, pues me permitieron elaborar una visión de los refugiados y refugiadas peruanos en Santiago de Chile, de carácter dinámico y sociológico, que al conjugarlo con otros conceptos teóricos cómo esfera pública, ciudadanía y aplicar la técnica de las historias de vida, abordándolas desde una perspectiva de género, donde las tramas de relaciones sociales y políticas determinan las relaciones de los seres humanos (De Barbieri, 1993, 5) , me permitió responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo los hombres y mujeres codifican y construyen sus espacios públicos en un contexto extranjero a partir del reconocimiento y actualización de sus experiencias sociales y políticas en las que fueron socializadas en su país de origen?

La esfera pública y los refugiados políticos.
La idea de "público" es central para las teorías de democracia. Aparece como un asunto crucial en donde las personas se organizan discursivamente, para participar en las decisiones del quehacer público. ¿Pero que ocurre cuando ese público es codificado desde una perspectiva de género y sus intereses ya no son exclusivamente nacionales, sino provienen desde un contexto migrante y signado por la globalización? ¿Qué ocurre cuando el sujeto es arrancado de su contexto político nativo y lo público es colonizado por relaciones y discursos autoritarios?
Estas preguntas están intimamente relacionadas con el caso de los refugiados peruanos en Chile, sus relatos nos hablan de una progresiva destrucción de los espacios públicos, al nivel que solo les quedan la opción de abandonar el país, sus experiencias nos lleva a cuestionar la idea de lo público y lo privado desde el concepto de esfera pública habermasiana, según este autor, la esfera pública es el es­pacio del debate público, de la confrontación de los diversos actores de la so­ciedad civil, es un espacio público autónomo, que presenta una doble dimensión: por un lado, desarrolla procesos de formación democráti­ca de la opinión pública y de la voluntad política; por otro, se vincula a un proyecto de praxis democrática radical, donde la sociedad civil se torna en una instancia deliberante y legitimadora del poder político, donde los ciudada­nos son capaces de ejercer sus derechos públicos subjetivos.

El espacio pú­blico es visto como un escenario de los discursos racionalmente y deliberativamente emitidos, es autónomo en relación con el sistema político, es un lugar donde se realiza la interacción subjetiva de ciudadanos conscientes, solidarios y participativos. La reconstrucción del espacio público se da dentro de una perspectiva emancipatoria, contemplando procedimientos racionales, discursivos, participativos y pluralistas, que permitan a los actores de la so­ciedad civil un consenso comunicativo y una autorregulación, fuente de le­gitimidad de las leyes. Ni el espacio doméstico ni el espacio de producción contienen este potencial democrático. La autonomía del espacio público par­ticipativo revaloriza la primacía de la comunidad y de la solidaridad, posi­bilitando la liberación de la sociedad civil de los imperativos sistémicos, es decir, de los controles burocráticos del Estado y de las imposiciones econó­micas del mercado (Habermas, 1989), pero la propuesta habermasiana es ciertamente un modelo que nos sirve para constrastarlo con la realidad.

En el caso peruano ocurrió un evidente secuestro de la prensa escrita y electrónica, desde las oficinas de Vladimiro Montesinos, en el Servicio de Inteligencia Nacional se coaccionaba mediante la fuerza o la corrupción, son numeros los casos llevados hoy en día a la justicia peruana de empresarios de prensa corrompidos por el asesor de inteligencia de Fujimori, pero también no es menos cierto la persecución de su regimen hacia muchos periodistas que denunciaron la corrupción del regimen y sus violaciones a los derechos humanos, un ejemplo de ello es el relato de Jorge:

“yo no quería salir del país, tenía un buen trabajo, diríamos laboralmente estaba muy bien, tenia un taller de serigrafía propio, trabajaba como corresponsal para el Diario La República de Chimbote, y para los diarios regionales; La Industria y el Tiempo. Así como hacia trabajos como reportero radial en una unidad móvil en el Perú y laboralmente no estaba mal (…) tenia problemas muy serios, tenia una requisitoria, tenia una orden de aprehensión y de traslado inmediato a la cárcel de Alta seguridad, supuestamente por apología al terrorismo, por lo que escribía y hacia programas de radio para la zona campesina, trabajaba en el área de Laredo - Chuqui, de la sección comunicaciones, yo hacia todo lo que era corresponsalía y hacia los reportajes con respecto al campo y también hacia programas radiales, entonces una vez en donde asesinaron a unos campesinos, los secuestraron y asesinaron en realidad y yo lo denuncie por la radio, yo sabia nombres, nombres de las personas que lo hicieron, de las personas que fueron, tenia datos y tenía fotografías y denuncie los nombres, después me empezaron a llegar citaciones del juzgado a las cuales yo no me presente y la última citación era destinada a la Policía de Investigaciones para que ellos procedan a mi detención, pero por una de esas cosas fortuitas de la vida, la orden de captura no llegó a manos de la policía y llego primero a mis manos, por una razón así que todavía aun yo no entiendo, que yo todavía no me explico en realidad. Entonces llego la orden a mis manos que estaba destinada a la policía para que hiciera mi detención correspondiente, entonces ya sabíamos lo que iba a pasar y no me quedaba otra opción, estuve tres meses en la clandestinidad y desde ahí hacia los programas de radio y escribía los artículos para el diario, pero no pude aguantar la clandestinidad, es muy difícil, es muy dura, estaba cerca de mi familia, pero yo podía ir a verlos, fue muy duro para mi y eso determino mi salida” (Entrevista 1, 2004: 2 -3)

La progresiva ruptura de la esfera publica articulada durante la democracia peruana en los años ochentas se debío a una serie de factores, de los cuales los más importantes fueron la guerra interna entre Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, organizaciones políticas alzadas en armas y que estaban enfrentados al Estado y la relación amigo/enemigo que se internalizo en el espacio publico peruano.

En esta perspectiva, la argumentación habermasiana es un modelo demasiado alejado de la realidad política peruana, ya que no da cuenta de la existencia de relatos y actores no democráticos, ello nos llevo a examinar la propuesta de Fraser, quién sostiene reorientar el concepto de esfera pública desde un sentido que aborde las distintas identidades que participan en la misma, ya que ello enriquece el concepto y visibiliza a otros actores que no se encuentran presentes, en la “La esfera pública liberal”, de Habermas. La utilidad de la propuesta de Fraser (1992), radica en que incrementa la potencialidad democrática del concepto en discusión, porque ya no podemos habla solamente de lo “público - liberal”, sino de los “públicos”, lo que permite incorporar a diversos actores que estaban excluídos de la esfera pública liberal, entre los que estaban fundamentalmente las mujeres, los exiliados: “Autores como Joan Landes, Maty Ryan y Geoff Eley sostienen que la versión de Habermas idealiza la esfera pública liberal. Argumentan que, a pesar de la retórica de la publicidad y la accesibilidad, la esfera pública oficial siempre descansó en, y fue constituido por, algunas exclusiones significativas. Para Landes, el eje de la exclusión está en el género. Ella argumenta que la característica de la nueva esfera pública republicana en Francia fue construida en una oposición directa a la cultura de salón, más accesible a las mujeres, la misma que fue estigmatizada por los republicanos en términos de "artificial", "afeminada", y "aristocrática". De esta manera, constructos de género masculino fueron incorporados en la misma concepción de la esfera pública republicana, al igual que una lógica que condujo, en la época principal de control Jacobino, a la exclusión formal de la mujer de la vida política. (Fraser, 1992: 8)

Las mujeres de todas las clases y etnicidades fueron excluidas de una participación política oficial en base a su género, en tanto que los hombres plebeyos, no propietarios también fueron excluidos de la ciudadanía y por lo tanto de la esfera pública.

Los procesos de incorporación y reconocimiento de “otros públicos”, se ha dado de la mano de movimientos sociales que han privilegiado sus identidades sociales y culturales. Siendo el feminista uno de los mas importantes. Una de las críticas centrales al concepto de Habermas es que asume la esfera pública como un espacio neutral, carente de identidades culturales y sociales, lo que va en contra de los hechos, incluso en el caso de los migrantes económicos, entendidos como grupos subordinados dentro de la sociedad chilena estratificada, ellos/ellas van a asumir la construcción de sus propios espacios públicos, codificándolos a partir de sus propios contenidos culturales y simbólicos.

En el caso de los inmigrantes peruanos en Santiago de Chile, una de sus características principales consiste en ser una migración de compuesta mayoritariamente por mujeres, un 63%, versus un 37% de migrantes hombres (Stefoni, 2002, 118), además el hecho de que la mayor parte de las inmigrantes mujeres se dediquen al trabajo doméstico (empleadas del hogar), mientras que los hombres se desempeñan en su mayoría como obreros de la construcción, incide fuertemente en la configuración de los espacios públicos de los peruanos/as residentes en dicha ciudad y sugiere indagar en la importancia y el papel que cumplieron los refugiados políticos para articular la presencia esporádica de las/os migrantes económicos en la configuración de lo “público peruano”, en Santiago de Chile.
Desde esta perspectiva, la esfera pública es entendida como una instancia política fuera de la “institucionalidad de la política”, pero que es capaz de influir decisivamente en esta, que permite ir más allá de los aspectos procedimentales de la misma y conectar a los sujetos dentro de un entramado de relaciones sociales, políticas y culturales que se dan en un espacio de circularidad que se orienta en torno a la comunidad política de origen y la receptora, y que sólo es posible en tanto los migrantes, cuenten con los recursos y la socialización política pertinente para actuar en dichas instancias, reconociendo su potencialidad ciudadana, la que se actualiza a través de los procesos de rememorización, memoria y distanciamiento, en donde los fundamentos sociales y culturales positivos de la globalización, como la difusión de los derechos humanos, se convierten en valores básicos que los legitiman en espacios nacionales y binacionales, por ello es importante analizar el papel de los refugiados/as políticos/as peruanos en Chile, pues su experiencia y el conocimiento desprendido del mismo fue vital para generar estrategias de organización e inclusión tanto para con la sociedad receptora con la de origen.

La dimensión política de la migración y la constitución de las identidades

El proceso de formación de identidades subalternas es un proceso en constante tensión, en la que las comunidades discursivas producen narrativas de pertenencias, de resistencia o escape, estas son intersticiales, es decir, se abren entre territorios discursivos dominantes tales como "Estado-nación", "comunidad local" y "comunidad étnico-racial". En tanto que la dimensión política de la migración impregna los diferentes niveles – género, económico, social e ideológicos – de la realidad cultural, y da lugar, en el seno de las diferentes sociedades receptoras, a la aparición de distintos discursos sobre la integración, asimilación y pluriculturalismo, términos que hacen referencia a distintas prácticas y discursos políticos que marcan la relación entre individuos, grupos diferencialmente distintos y las políticas de los estados en relación con los inmigrantes. Procesos que se reflejan en la esfera pública y en la sociedad civil.

En síntesis, considero que para comprender los procesos de configuración de las identidades políticas genéricas de los refugiados y refugiadas peruanas en contextos nacionales y transnacionales, hay que recurrir a sus relatos sociales, ellos y ellas, comparten en común su condición de extranjeros y el lugar de procedencia, aunque tienen distinciones de edad, género y ubicación en la estructura social inmigrante y receptora. Sus relatos me permitieron acceder a sus representaciones sociales, prácticas sociales y cambios relacionados con la dimensión política, además de permitirme ubicar las principales dimensiones simbólicas de la misma. Categorías como Memoria, Sujeto, Nacionalismo y Esfera pública/Sociedad civil, adquirieron sentido en sus relatos, debido a que son producidos de acuerdo a una memoria histórica conectada directamente con sus experiencias de vida pasada que se actualiza en el presente y les permite operar en él.

La inmigración se transformó en un espacio de vida comprendido, reflexionado y evaluado a partir de sus repertorios sociopolíticas y culturales anteriores, de este proceso surgirán sentidos y proyectos de inserción, organización y estrategias sociales destinadas a vincularse con su comunidad de origen y si es posible inventarla y reterritorializarla en algunos espacios físicos de la comunidad receptora, además de ubicarse en el Estado-nación receptor
2. La inmigración peruana hacia Chile
La inmigración peruana hacia Chile es de larga data, ambos son países vecinos y tienen una histórica tradición de intercambios migratorios, que hasta fines de la década de los ochenta se habían delimitado a las ciudades fronterizas de Arica e Iquique, además de un pequeño número de peruanos en Santiago de Chile, que básicamente eran empresarios, comerciantes y estudiantes, por lo que su permanencia no era significativa para este país. No obstante el fenómeno migratorio masivo de peruanos a lo largo de la década de los noventa hacia la Ciudad de Santiago de Chile, es inédito, tanto por su volumen, como por la cantidad de organizaciones económicas, sociales, religiosas y políticas que se han forjado durante el lapso de tiempo señalado, sólo durante la

Las razones que favorecieron la migración de peruanos hacia este país son distintas pero pueden clasificarse en tres rubros principales: a) Socioeconómicas; b) Políticas; y c) Culturales (Altamirano, 2000; 27 – 28), las cuales en muchas ocasiones se complementan simultáneamente, por ejemplo, la crisis económica y la política, se conjugaron para influir en la emigración peruana durante las década de los ochenta y los noventa.

a) Causas Socioeconómicas: Uno de los principales elementos que juega a favor de la emigración es la inestabilidad de la economía del Perú, la migración en el Perú, aumentó cuando se produjo la recesión económica en los ochenta que incide sustantivamente en la reducción del mercado de trabajo, la baja de los salarios y el aumento de la inflación.

b) Causas Políticas: La estabilidad política de un país influye decisivamente en los procesos de inmigración y emigración. En el caso peruano el golpe de Estado de 1968 influyó en la drástica disminución de la inmigración y en el aumento de la emigración de las clases altas y media alta. En tanto que las crisis políticas generadas por las organizaciones alzadas en armas contra el Estado (Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru), y la pérdida de legitimidad de los partidos políticos durante los ochenta son fundamental en el aumento de la emigración externa forzada, uno de cada cuatro peruanos que emigran en este período al extranjero son refugiados políticos.

c) Causas Culturales: Como hemos visto anteriormente el nacionalismo es la ideología que permite la cohesión y la identidad de todos aquellos individuos que se identifican como pertenecientes a una comunidad imaginaria. En este sentido a lo largo del tiempo se han ido configurando una serie de imaginarios sociales acerca de la emigración. Altamirano (2000; 30), sostiene que uno de los mitos que existe acerca de la migración es ser considerada socialmente como sinónimo de éxito.

Durante la década de los ochenta la migración peruana hacia Chile se encontraba integrada por personas provenientes de las clases medias peruanas, el número de peruanos entre el año 1985 y 1990 es de 29,350 de los cuales 19,270 (66%), eran estudiantes, profesionales, técnicos y empleados, en tanto que el resto 10,080 (14%) eran inmigrantes sin calificación profesional o técnica. En la década de los noventa el perfil del inmigrante peruano en Chile cambia radicalmente, los inmigrantes son básicamente económicos y pertenecientes a las clases medias bajas y sectores populares del Perú.

En 1995 la tasa de inmigrantes peruanos se mantiene estable, según datos estadísticos recopilados por Ahumada (2000; 5), el promedio de peruanos que se quedaron en Chile durante cada año (entre 1989 y 1994), fue de 2,029. Durante el año 1996 la tendencia de peruanos y peruanas que residían en Chile aumentó notablemente, el promedio anual para los años 1996, 1997 y 1998, subió a 12,708, lo que en términos porcentuales significó un aumento del 626%, tendencia que se mantuvo en 1999, a pesar de la crisis asiática que estalló a fines de 1998.

Los/as peruanos/as en la ciudad de Santiago de Chile

Las autoridades chilenas calculan que residen en Chile alrededor de 65,000 inmigrantes peruanos, de los cuales 8,000 aproximadamente se encuentran en situación irregular. (Cano, 2002). La mayor parte se concentra en la ciudad de Santiago de Chile, un dato que confirma esta tendencia son los resultados de las votaciones presidenciales del año 2001, en donde la mesa de electores peruanos en Chile más numerosa es la de Santiago, seguida por la de Iquique y Arica (En las últimas elecciones peruanas generales del año 2001, votaron en Santiago de Chile un total de 10,744 ciudadanos peruanos, de un total de 15,000 aptos para hacerlo. www.rpp.com.pe/politica/detalle.asp?codigo=35173 ).

Paralelamente al aumento de la población de inmigrantes de origen peruano en Santiago de Chile, se dió la ocupación de ciertos espacios públicos de la ciudad, entre los que sobresalió la Plaza de Armas, el centro de encuentro más importante de los recién llegados. La presencia de los inmigrantes peruanos adquiere notoriedad con las denuncias que el “Comité de Refugiados Peruanos y el Comité de Chilenos en Apoyo a los Migrantes”, hacen en relación con los supuestos abusos policiales de los que son objeto algunos ciudadanos peruanos. (Guerra; 1999). Así como por las protestas de algunas de las organizaciones de residentes peruanos frente a los locales diplomáticos del Perú en Santiago de Chile (www.rpp.com.pe/international/detalle.asp.?=24444). Sin embargo el hecho que consolidó la presencia de las organizaciones peruanas fue el despliegue de una serie de noticias vinculadas con la situación política en el Perú y particularmente con las elecciones presidenciales de los años 2000 y 2001.

3. Género, Memoria, espacio público y Sujeto; aspectos del papel de los/as refugiados/as en la cohesión de lo peruano en Santiago de Chile.

Los/as refugiados/as políticos/as peruanos/as que llegan a Chile lo hacen mayoritariamente entre los años 1990 y 1994, la salida forzada de su país implicó el desarraigo físico y emocional respecto a su familia, sus espacios vitales y a una comunidad política en la que su presencia implicaba en muchos casos un peligro para su existencia biológica, sin embargo, las percepciones de nuestros/as entrevistados/as, sobre la importancia que le asignan a los publico y a los privado es distinta;

El autogolpe fue el 5 de abril, a fines de mayo me vine, durante todo ese tiempo estuve escribiendo, viviendo clandestino y supuestamente yo era peligroso por el hecho de que yo escribía. Escribía en la República, para la Industria y para el Tiempo, en donde yo denunciaba, porque la Biblia dice que hay que denunciar la buena nueva y la mala también, por eso yo continuaba haciendo mi trabajo, denuncié los nombres, los lugares, los asesinatos de campesinos (…) En realidad yo no tuve tiempo para escoger, salí simplemente con el apoyo de la Iglesia Católica y no tuve opción de escoger a ningún país, porque tampoco estaban en los planes de mi vida salirme del país de un momento a otro. Me dijeron: Mira a Chile puede ser... y yo les dije vamos a cualquier lugar, pero yo me voy, y me salí simplemente, sin prepararlo, ni pensarlo. (Luque, 2002, entrevista núm. 10)

Como se podrá ver en la cita anterior, uno de los entrevistados hace un fuerte hincapié en su experiencia pública en el Perú, en su trabajo político y laboral, la migración forzada fue un parte aguas que marcó decisivamente su historia de vida, es un antes y después en su vida emocional y social, de un día al otro desaparece de la vida social peruana y es ubicado en la sociedad chilena sin mayores mediaciones que un viaje rápido que termina en Santiago de Chile, fruto de la persecución de la que fue objeto:

Bueno al ver esta situación insoportable para mí, los seguimientos que me hacían al correo, se paraban vehículos en mi casa, inclusive a mi hija mayor, le preguntaban, le decían donde estoy yo, intervinieron el teléfono y era insoportable la acción, ponían un cassette en donde se disparaba ametralladora. Entonces como que... yo ya no pude más, no solamente era yo el afectado, sino ya mi familia, asustaron a mis tías, yo me iba a donde unas tías, a unos restaurantes que tenían en el Mercado, llegaron a donde las tías le dijeron que yo era Senderista, hicieron tanta estupidez, tanta coacción, que ya comenzaron a dudar hasta la familia, si efectivamente yo tenía que ver algo con el terrorismo. (Ibídem)

Evidente el espacio privado, el de sus seres queridos y su familia es su último punto cable a tierra en el Perú, calumniado y desciudadanizado, acusado y calificado como “terrorista”, pierde sus derechos e incluso la confianza de su familia, la esfera pública colonizada por el autoritarismo Fujimorista pierde su dinámica inclusiva democrática y se reduce a su mínima expresión, en tanto que el espacio familiar es afectado por la lógica de la sospecha y la inseguridad.

Una vez en Santiago de Chile los procesos de inserción que viven los refugiados políticos a su llegada se caracterizó por su precariedad, no cuentan con recursos económicos y, por otra parte, no existía en estos años una red de recepción constituida en Chile para estos casos. Sin embargo, la existencia de una experiencia previa de valoración de los derechos humanos en algunos sectores de la sociedad civil chilena, producto de las experiencias vividas durante la dictadura militar, les permitieron encontrar ciertos espacios de ayuda que facilitaron su inserción, otro de los entrevistados nos señala este proceso:

Para mí fue muy duro. En primer lugar, porque yo llegué de un momento a otro, el 93.Yo no sabía que existía el ACNUR, no sabía que existía nada. Yo vine sólo y no tuve más orientación ni para empezar a trabajar, a buscarme la vida. Fui a una parroquia y ellos me recomendaron ir a la Comisión de derechos humanos, me dijeron que estas cosas habían pasado en Chile y que tenía que ir a esa comisión, y fui a averiguar por si acaso, para ver qué pasa, yo no sabía de estos temas, yo entiendo que estos temas los sabe la gente más política, pero fui a la Comisión de Derechos Humanos de Chile y ellos me mandaron al ACNUR. (Op. Cit. Entrevista núm. 10)

En el ACNUR (Alto Comisionado de las naciones Unidas para los Refugiados), le ofrecieron ayuda económica y legal para vivir los primeros meses. El aspecto más sustantivo fue la legalización de su residencia en Chile, con ello pudo trabajar sin mayores problemas.

La importancia de las organizaciones de derechos humanos en la inserción de los refugiados peruanos fue medular, sin su apoyo el esfuerzo de los inmigrantes políticos hubiera sido mucho mayor y sus posibilidades de inserción mínimas. Producto de esta interacción se construyeron lazos de solidaridad entre peruanos y chilenos que serían valiosos en los siguientes años, el relato de Juan nos confirma la trascendencia de esta relación:

Los primeros días dormía en el suelo, compraba El Mercurio porque me dijeron que ese era el diario en donde se podía conseguir trabajo, leía los posibles trabajos y los tendía en el piso para yo poder dormir, mi vida fue atroz por lo menos un mes y así lo pasaba hasta que me comuniqué con organismos de derechos humanos que tenían que ver y por ahí fui tirando currículo, pero aún así la ayuda no me alcanzaba ni para pagar la mitad de mi arriendo. Comía pan y plátanos, pasé penurias acá. Yo me sentía mal, yo llegué por casualidad porque paraba vagabundeando buscando trabajo. Y así logré dar con el CODEPU[1]. Me trataron bien, bueno incluso logré estudiar alemán gracias a una beca que me dieron ellos, que pagaron ellos, entiende y me daban para mi pasaje, hasta que yo conseguí trabajo, me trataron bien, pero yo los vi de casualidad. (Op. Cit. Entrevista núm. 10).

Si bien los esfuerzos de acogida a los refugiados peruanos por parte de las organizaciones de derechos humanos chilenas y el ACNUR fueron importantes en su inserción, ellos buscaron crear sus propios espacios, ya en el año 1994 fundan la primera asociación: “La Comunidad Peruana Santa Rosa de Lima”, bajo los auspicios del Instituto Católico de Migraciones (Incami), y la Parroquia italiana de Providencia. Inicialmente la mayoría de sus fundadores son refugiados políticos, pero ante el perfil religioso que le imprime él coordinador parroquial, los miembros fundadores se apartan de la misma, (en los años venideros, la mayoría de sus integrantes provienen de los inmigrantes económicos). La ausencia de organizaciones de inmigrantes y la génesis de las mismas son descritas por nuestro informante:

Cuando yo llegué no habían organizaciones peruanas, salvo el Club peruano que ya tenía muchos años funcionando. Pero ahora hay todo tipo de organizaciones: Culturales, religiosas, políticas. La Comunidad Santa Rosa de Lima, el Grupo evangélico, El Club Peruano. El Comité de refugiados Peruanos en Chile, Proandes, Apila, entre otros. Yo fui uno de los fundadores de una de las primeras organizaciones cristianas que se llamó: “Amigos de la vida”, después con el tiempo formamos el “Grupo de los Ocho”, integrado exclusivamente por refugiados, nos juntamos para ver qué podíamos hacer por nuestros casos en el Perú, así tocamos las puertas de las organizaciones de derechos humanos chilenas para sensibilizar y dar a conocer la existencia de refugiados peruanos viviendo en Chile. Después del grupo de los ocho se formó el Comité de Refugiados y Proandes, las organizaciones que tienen más peso ahora. (Op. Cit. Entrevista núm. 10)

En este sentido es importante destacar que hasta el año 1998 el desarrollo de las organizaciones de inmigrantes se redujo a pequeños grupos de refugiados políticos, apoyados por organizaciones civiles chilenas vinculadas con el tema de los derechos humanos.

La visión de las refugiadas

La percepción de las refugiadas peruanas residentes en Santiago de Chile es diferente, en tanto que no desarrollan una frontera tan fuerte entre lo público y lo privado:

Estuve trabajando en una federación peruana en Chimbote y supuestamente una vecina me acusó de ser terrorista, y me vi obligada a dejar mi trabajo, mí familia. Mis hijos se quedaron con mis hermanas y mi marido me abandono rapidito, se fue con otra y ante la desgracia de caer en la cárcel me fui a Chile, con un dolor en el pecho que hasta ahora me abruma, llegue el año 91 y me atendió el ACNUR, me moría de ganas de saber de mí familia y recién a fines del 92 supe que estaban bien, además como ya empecé a trabajar en la casa de una Chilena, les mande un poco de plata.


La llegada masiva de peruanos no sólo género actitudes de bienvenida e inclusión por parte de las autoridades y de la sociedad chilena, una de las principales causas que los motivaron a generar espacios propios se debió a las fuertes actitudes de discriminación por parte de autoridades policiales locales, una de las razones de estas conductas se debe, según nuestros informantes, a la visión desvalorada que tienen los chilenos de los peruanos, que se fundamenta en elementos históricos como la victoria de los chilenos en la Guerra del Pacífico en el siglo XIX, y en factores étnicos, en el sentido que los rasgos físicos de los chilenos son occidentales, y los peruanos son mestizos e indígenas:

Los procesos de discriminación activaron las fibras nacionales de los inmigrantes peruanos, haciendo de ellas un fuerte elemento identitario, capaz de cohesionarlos en relación con intereses comunes, de esta manera las organizaciones de inmigrantes peruanos que en un tiempo contaron con casi una exclusiva presencia de refugiados políticos peruanos, se reforzaron con la integración de nuevos miembros reclutados entre los inmigrantes económicos que arribaron a Chile después de 1996.

Por otra parte los vínculos que desarrollaron los refugiados políticos con las asociaciones civiles y organizaciones de derechos humanos se ampliaron hacia los inmigrantes económicos, lo que permitió la instalación en la agenda pública de un conjunto de demandas de inclusión ciudadanas por parte de los inmigrantes peruanos, entre las que destacaron: El respeto a los derechos civiles de los inmigrantes por parte de las autoridades policiales, la inscripción en los registros públicos de los hijos de peruanos en Chile, el acceso a los servicios públicos de salud sin ningún tipo de restricciones, y la regularización de los inmigrantes indocumentados. Lo que al final de cuentas permite la consolidación del tema de los derechos humanos de los inmigrantes en general y de los peruanos específicamente en la opinión pública chilena.

El tema de los derechos humanos de los inmigrantes y la discriminación es impulsado por organizaciones peruanas y chilenas en los años siguientes, las cuales tratan de poner el tema en la esfera pública, destacando entre ellas: La Corporación Ayun, el Comité de defensa de derechos del Pueblo (CODEPU), y la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristinas (FASIC). El 9 de Agosto 1999, se organizó una mesa de discusión sobre el tema de la migración en Chile, las conclusiones acerca de la situación de los inmigrantes y el Estado y la sociedad chilena, confirman una relación discriminatoria con los y las extranjeros, con las migrantes.[2]

Los días 23 y 24 de Noviembre del 2000 la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía, de la Cámara de Diputados del Congreso de la República de Chile, junto con la Corporación Ayun, organizaron; El Encuentro Sobre Migraciones. Este espacio fue fundamental pues legitimó definitivamente a nivel del Estado la problemática de los derechos de los inmigrantes. La canciller de Chile, María Soledad Alvear, en su discurso señaló:

Cabe señalar que a pesar de no existir en Chile una política oficial declarada en términos de xenofobia o racismo u otras formas de intolerancia, el país no está ajeno al problema de la discriminación, y de la falta de acceso a las mismas oportunidades económicas y sociales por el conjunto de individuos y colectividades que integran la nación. En este sentido, con el avance de la modernidad y la globalización, son numerosos los chilenos y extranjeros que sufren de la discriminación en el país, principalmente, de parte de la opinión pública poco sensibilizada, de los medios de comunicación y de actores públicos y privados. Se trata de una forma de discriminación encubierta que en el caso de los indígenas, de las mujeres, de los migrantes, (principalmente peruanos, bolivianos y cubanos), cobra mayor gravedad cuando se torna en un caso de discriminación múltiple.[3]

El encuentro fue significativo para el problema de los derechos humanos y ciudadanos de los inmigrantes en Chile. Se reconoció la necesidad de ampliar los derechos económicos y sociales a los inmigrantes, además de implementar a través de la División de Organizaciones Sociales del gobierno, una serie de programas de salud y bienestar dirigidos exclusivamente a los inmigrantes.

Paralelamente al reconocimiento y a la implementación de políticas públicas dirigidas a la inclusión de los inmigrantes por parte del gobierno chileno, en Perú se da una crisis paulatina y la pérdida de legitimidad del régimen Fujimorista a fines de la década de los noventa e inicios del 2000, producto de los siguientes factores; en primer lugar, la crisis asiática impacto negativamente en el crecimiento económico generándose más desempleo e inestabilidad. En segundo lugar, las constantes denuncias llevadas a cabo por diferentes organizaciones e instancias relacionadas con la defensa de los derechos humanos habían construido una imagen del gobierno como un promotor activo de las violaciones humanas a través del Servicio de Inteligencia Nacional[4]. Y en tercer lugar, y que fue el factor que generó un repudio masivo fue la clara voluntad de Fujimori de reelegirse como presidente para un tercer período consecutivo, ello produjo una amplia reacción de los distintos sectores de la sociedad civil peruana.

El impacto de estos factores entre los inmigrantes peruanos en Santiago de Chile fue catalizado por la convocatoria a elecciones para el mes de abril del 2000. El universo de peruanos aptos para votar en todo Chile según declaraciones del cónsul peruano, es de alrededor de 15,000 personas.

Este escenario permitió el despliegue por parte de algunas organizaciones de inmigrantes como El Comité de Refugiados Peruanos en Chile, Proandes y Apila, de un conjunto de movilizaciones de rechazo y protesta al gobierno peruano que incluyó: manifestaciones ante los locales diplomáticos del Perú en Chile, conferencias de prensa y Jornadas de Difusión sobre la situación peruana en Universidades y otros espacios públicos:

No sólo para las elecciones, desde antes íbamos a la embajada con nuestros carteles, nuestras pancartas y protestábamos y decíamos que se vaya Fujimori que no lo queríamos. Entonces protestábamos, íbamos, reclamábamos cuando hubo las elecciones.[5]

La participación en las acciones que se implementaron en función al escenario electoral, fueron asumidos incluso por inmigrantes económicos como un deber cívico, pues ellos no estaban totalmente desconectados de lo que pasaba en el Perú:

Aquí de alguna u otra manera siempre se participó, concientizando a la gente, de que al menos votara por una persona que no estaba dentro de la dictadura. Entonces, ésa fue la participación que tuvimos nosotros. Repartíamos volantes para que la gente se dé cuenta un poco, para que no vuelvan a votar por el Chino. Y había casos aquí el mismo día antes de las elecciones nos enfrentábamos en política porque defendían a Fujimori.[6]

La mayoría de estas actividades no fueron impulsadas exclusivamente por las organizaciones peruanas, sino recibieron el apoyo de organizaciones y asociaciones de la sociedad civil chilena.

Fue muy abierta porque hubo gentes que se interesaron mucho en la persecución, o en la repercusión que hubo de la política del Perú, entonces eso era tema vigente. Eran temas para hablar dentro de los organismos, dentro de las universidades aquí de Chile, eran temas de hablar de los mismos gobiernos de Chile. Porque igual y tú sabes que eso trae cola, con las persecuciones que hubo en Perú.[7]

En medio de la contienda electoral final, el entonces candidato presidencial, Alejandro Toledo realizó una visita a los inmigrantes peruanos en Santiago de Chile, en ella expuso su plan de gobierno y les solicitó su apoyo electoral para conseguir ser elegido como Presidente del Perú, la percepción de uno de nuestros entrevistados sobre este hecho es la siguiente:

Cuando vine Toledo yo le dije que tiene que apoyar a la microempresa, que no interesa que sean de izquierda, de derecha, lo que sea si es por el bien del Perú hay que trabajar, porque ya Fujimori, como acá dicen en Chile, ha dejado la escoba, dejó el caos y la crisis.[8]

Las elecciones finalmente dieron como ganador a Toledo, lo importante a destacar es el seguimiento que la prensa chilena y peruana hizo del acto electoral de los peruanos en Santiago de Chile, diarios como La República, El Comercio y Expreso, destacaron enviados especiales, asimismo la prensa chilena cubrió el desarrollo de dicho acontecimiento.



Conclusiones

Hasta el momento hemos tratado de explicar la importancia de los elementos simbólicos de la configuración de la ciudadanía en el caso de los inmigrantes peruanos en Santiago de Chile. Una primera aproximación nos permite destacar la centralidad de la identidad nacional en la configuración de una identidad política común de los inmigrantes peruanos.
La identidad nacional se instala como un espacio de cohesión, producto de las discriminaciones de las que son objeto por parte de ciudadanos chilenos y funcionarios públicos, los inmigrantes económicos que llegaron a Santiago de Chile después de 1996: Las exclusiones y discriminaciones toman como base la identidad nacional chilena, que es expuesta como una forma de identidad nacional-política superior a la peruana. Ante ello los inmigrantes peruanos se repliegan sobre su identidad nacional, estableciendo una serie de espacios en donde lo nacional-peruano se constituye en un refugio ante lo nacional-chileno:

En todo momento yo apruebo lo que es peruano, por mi cara, porque yo me veo así, como peruana, por ejemplo a mí a veces, los carabineros me dicen a mí “que usted es peruana”, sí, es mi país, aunque esté mal la economía, soy peruana y peruana quiero seguir así. Por eso nosotros nos reunimos entre nosotros, cuando nos reunimos acá, como parece que fuera el Perú, como estamos reunidos acá en catedral la mayoría y parece como si acá fuera igual, como si estuviéramos en el Perú, en esos momentos yo casi siento como si estuviéramos en el Perú cuando estamos acá en catedral, pero en el momento en el que no hay nadie, ahí ya parece que estuviéramos en Chile.[9]

El ingreso de los discursos generados por los inmigrantes peruanos y sus organizaciones en la esfera pública corresponde fundamentalmente a la conexión que se establece en los primeros años de los noventa entre los refugiados peruanos y las organizaciones y asociaciones civiles chilenas vinculadas con la defensa de los derechos humanos durante la dictadura militar chilena, ello favorece el establecimiento de vínculos comunes y lazos de colaboración que influyen posteriormente en la formación de una base común de acción entre las organizaciones de inmigrantes peruanos y las asociaciones civiles chilenas al impulsar ante la opinión pública nacional chilena el reconocimiento de la discriminación de los inmigrantes, la violación a sus derechos humanos y el proponer ciertos criterios de tolerancia e inclusión en los derechos económicos y sociales.

Con relación al escenario electoral peruano la esfera pública que se configuró durante la coyuntura en cuestión se desarrolló en dos niveles, el primero en torno al escenario nacional propiamente chileno, los discursos emitidos por un sector de los ciudadanos peruanos y las organizaciones chilenas se conectaban básicamente con la necesidad de señalar los vicios y conductas anti democráticas del régimen Fujimorista. En un segundo momento la campaña electoral se trasladó a Santiago de Chile con el arribo del candidato presidencial; Alejandro Toledo, ello atrajo la atención de los actores ya mencionados, además de la prensa chilena y extranjera, las cuales van a cubrir el proceso electoral hasta su finalización.

La idea de la identidad nacional como un elemento central de este proceso se refleja claramente en la siguiente frase de uno de nuestros informantes, quien al acudir a la celebración de las fiestas patrias en la embajada peruana en donde aún se encontraban los funcionarios diplomáticos nombrados por el régimen Fujimorista, expresó lo siguiente:

Ese día nadie mencionó a Toledo, era Fiestas Patrias no más, pero para mí no solamente eran las Fiestas Patrias, las fiestas patrias están en cómo vivir mejor, en cómo recordar a nuestros antepasados, recordar esa fiesta de la peruanidad. Pero también no solamente ver el pasado sino ver el futuro, estar en el presente (…) Pero a raíz del cambio yo ya estaba en la Embajada y me voy a cercar al Consulado, porque yo soy peruano y tengo todos los derechos de reclamar, de exigir mis derechos, me entiende. A mí me han perjudicado, han desunido a mi familia, yo acá vivo solo prácticamente entonces no tengo la ayuda de nadie y yo solito me las arreglo, yo solito me las rebusco me entiende, entonces esa es la situación que ha cambiado ahora.[10]

La afirmación de nuestro entrevistado es una descripción de una comunidad imaginaria que se mueve a través del tiempo y se reconstituye en el futuro, también es una apelación de reencuentro con una ciudadanía suprimida por las circunstancias vívidas por el sujeto en cuestión, en este sentido la identidad nacional sólo tiene coherencia y proyección en el ejercicio activo de los ciudadanos que se reconocen como parte de esa comunidad política imaginada, aún en la distancia: La nación peruana.
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[1] Comité de derechos de Defensa del Pueblo (CODEPU), Organización de derechos humanos chilena.

[2] CORPORACIÓN AYUN. 1999: Migración en Chile. Mesa de Discusión, Santiago de Chile, p. 39.

[3] ALVEAR, M. 2000: Hacia la creación de una política nacional de migración. Encuentro Sobre Migración organizado por la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía de la Ilustre Cámara de Diputados, Santiago de Chile, p. 10.

[4] Conocida también por sus siglas SIN, fue la policía política del régimen Fujimorista.

[5] LUQUE, J. 2002: Los caminos de la ciudadanía. Del modelo nacional al modelo postnacional. El caso de los migrantes peruanos en Santiago de Chile. Tesis para optar el grado de Maestro en Ciencias Sociales. FLACSO – México. Entrevista Nº 5.

[6] Ibídem, Entrevista Nº 6.

[7] Op. Cit. Entrevista Nº 6.

[8] Op. Cit. Entrevista. Nº 8.
[9] Op- Cit. Entrevista Nº 3.
[10] Op. Cit. Entrevista Nº 8.

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