domingo, 8 de febrero de 2009

Género, memoria y ciudadanía en un contexto post-nacional. El caso de los peruanos y peruanas refugiados en Santiago de Chile

Introducción

Cómo consecuencia de la violencia política y el ascenso de una dictadura cívico-militar en el Perú, en los primeros años de la década de los noventa llegaron a Chile cerca de doscientos ciudadanos y ciudadanas peruanas. La razón fundamental de su arribo a este país se debió a la persecución política por parte de agentes del Estado u organizaciones alzadas en armas. Con el correr de los años establecieron y fundaron diversas organizaciones vinculadas con la defensa y promoción de los derechos humanos de los migrantes, así como para denunciar los atropellos y las violaciones a los derechos humanos por parte de la Dictadura Fujimorista en el Perú. El presente trabajo se basa en 4 entrevistas en profundidad realizadas a refugiados peruanos residentes en Santiago de Chile (2 varones y 2 mujeres), con la finalidad de indagar en los procesos de reconstrucción de su memoria política y social previo a su exilio y durante el mismo, entendiendo desde una perspectiva de género que los espacios públicos y privados de lo masculino y lo femenino son codificados desde diferentes ángulos (Fraser, 1997). En este sentido, la memoria es entendida sociologicamente como una construcción social colectiva y genérica, un espacio de comprensión e interpretación de determinados acontecimientos que sellaron indeleblemente la trayectoria de vida de un significativo número de miembros de una comunidad política, pero que al ser recuperada es un factor importante en la constitución de las identidades políticas y nacionales de los refugiados y exiliados políticos, las cuales se constituyen diferencialmente a través de la construcción social del género.

1. Memoria, Sujeto/a y esfera pública

Hace casi 6 años atrás Alain Touraine (1997), publicó su ya conocido texto: ¿Podremos vivir juntos? En el muestra su preocupación por lo que denominó el proceso de demosdernización, un fenómeno que está generando profundas disociaciones en nuestras sociedades al atraparlas en una dinámica racional instrumental propia del mercado y la emergencia de espacios y prácticas comunitaristas que se cierran sobre si mismas y generan ideologías de la no convivencia. La propuesta de este autor para combatir dicho proceso consiste en la puesta en práctica de un “SUJETO”, capaz de conectar el mundo del mercado y la identidad cultural a partir de su misma individuación, basada en valores democráticos y una reflexión positiva sobre su vida y el contexto en él que se realiza, ello permite conectar la diversidad de identidades (incluida el género), con conceptos como democracia, ciudadanía, migración (en el sentido del otro), y la globalización.

Un aspecto fundamental de la propuesta de Touraine en la constitución del “sujeto”, son los conceptos de “Rememoración”, “memoria” y “distanciamiento”. El primero nos hace volver al campo de nuestra experiencia, lo ausente, expulsado o degradado. Específicamente, se trata de hacer revivir lo que fue censurado como infantil o primitivo a los ojos de la civilización técnica, o lo clasificado como utópico o dominante por los dominados. La rememoración se transforma en una memoria distante en el tiempo o el espacio. La memoria se da en quienes viven, hablan y escuchan, cuando hallan en el pensamiento de los desaparecidos, correspondencias con sus propias reflexiones, al recordar, recomponen el mundo, y ello erradica la historia y la transforma en memoria. Incluso el distanciamiento que hace el “sujeto” del hecho social, le permite reconocer y reconocerse, liberándolo del poder absoluto del Estado, de la religión y las identidades comunitaristas. Finalmente. “Mediante la recomposición del mundo, el sujeto es no sólo un sujeto histórico, sino también y sobre todo un sujeto trágico y, lo mismo que un actor, un testigo”. (Touraine, 2001, 189)

Estas ideas son básicas en el presente trabajo, pues me permitieron elaborar una visión de los refugiados y refugiadas peruanos en Santiago de Chile, de carácter dinámico y sociológico, que al conjugarlo con otros conceptos teóricos cómo esfera pública, ciudadanía y aplicar la técnica de las historias de vida, abordándolas desde una perspectiva de género, donde las tramas de relaciones sociales y políticas determinan las relaciones de los seres humanos (De Barbieri, 1993, 5) , me permitió responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo los hombres y mujeres codifican y construyen sus espacios públicos en un contexto extranjero a partir del reconocimiento y actualización de sus experiencias sociales y políticas en las que fueron socializadas en su país de origen?

La esfera pública y los refugiados políticos.
La idea de "público" es central para las teorías de democracia. Aparece como un asunto crucial en donde las personas se organizan discursivamente, para participar en las decisiones del quehacer público. ¿Pero que ocurre cuando ese público es codificado desde una perspectiva de género y sus intereses ya no son exclusivamente nacionales, sino provienen desde un contexto migrante y signado por la globalización? ¿Qué ocurre cuando el sujeto es arrancado de su contexto político nativo y lo público es colonizado por relaciones y discursos autoritarios?
Estas preguntas están intimamente relacionadas con el caso de los refugiados peruanos en Chile, sus relatos nos hablan de una progresiva destrucción de los espacios públicos, al nivel que solo les quedan la opción de abandonar el país, sus experiencias nos lleva a cuestionar la idea de lo público y lo privado desde el concepto de esfera pública habermasiana, según este autor, la esfera pública es el es­pacio del debate público, de la confrontación de los diversos actores de la so­ciedad civil, es un espacio público autónomo, que presenta una doble dimensión: por un lado, desarrolla procesos de formación democráti­ca de la opinión pública y de la voluntad política; por otro, se vincula a un proyecto de praxis democrática radical, donde la sociedad civil se torna en una instancia deliberante y legitimadora del poder político, donde los ciudada­nos son capaces de ejercer sus derechos públicos subjetivos.

El espacio pú­blico es visto como un escenario de los discursos racionalmente y deliberativamente emitidos, es autónomo en relación con el sistema político, es un lugar donde se realiza la interacción subjetiva de ciudadanos conscientes, solidarios y participativos. La reconstrucción del espacio público se da dentro de una perspectiva emancipatoria, contemplando procedimientos racionales, discursivos, participativos y pluralistas, que permitan a los actores de la so­ciedad civil un consenso comunicativo y una autorregulación, fuente de le­gitimidad de las leyes. Ni el espacio doméstico ni el espacio de producción contienen este potencial democrático. La autonomía del espacio público par­ticipativo revaloriza la primacía de la comunidad y de la solidaridad, posi­bilitando la liberación de la sociedad civil de los imperativos sistémicos, es decir, de los controles burocráticos del Estado y de las imposiciones econó­micas del mercado (Habermas, 1989), pero la propuesta habermasiana es ciertamente un modelo que nos sirve para constrastarlo con la realidad.

En el caso peruano ocurrió un evidente secuestro de la prensa escrita y electrónica, desde las oficinas de Vladimiro Montesinos, en el Servicio de Inteligencia Nacional se coaccionaba mediante la fuerza o la corrupción, son numeros los casos llevados hoy en día a la justicia peruana de empresarios de prensa corrompidos por el asesor de inteligencia de Fujimori, pero también no es menos cierto la persecución de su regimen hacia muchos periodistas que denunciaron la corrupción del regimen y sus violaciones a los derechos humanos, un ejemplo de ello es el relato de Jorge:

“yo no quería salir del país, tenía un buen trabajo, diríamos laboralmente estaba muy bien, tenia un taller de serigrafía propio, trabajaba como corresponsal para el Diario La República de Chimbote, y para los diarios regionales; La Industria y el Tiempo. Así como hacia trabajos como reportero radial en una unidad móvil en el Perú y laboralmente no estaba mal (…) tenia problemas muy serios, tenia una requisitoria, tenia una orden de aprehensión y de traslado inmediato a la cárcel de Alta seguridad, supuestamente por apología al terrorismo, por lo que escribía y hacia programas de radio para la zona campesina, trabajaba en el área de Laredo - Chuqui, de la sección comunicaciones, yo hacia todo lo que era corresponsalía y hacia los reportajes con respecto al campo y también hacia programas radiales, entonces una vez en donde asesinaron a unos campesinos, los secuestraron y asesinaron en realidad y yo lo denuncie por la radio, yo sabia nombres, nombres de las personas que lo hicieron, de las personas que fueron, tenia datos y tenía fotografías y denuncie los nombres, después me empezaron a llegar citaciones del juzgado a las cuales yo no me presente y la última citación era destinada a la Policía de Investigaciones para que ellos procedan a mi detención, pero por una de esas cosas fortuitas de la vida, la orden de captura no llegó a manos de la policía y llego primero a mis manos, por una razón así que todavía aun yo no entiendo, que yo todavía no me explico en realidad. Entonces llego la orden a mis manos que estaba destinada a la policía para que hiciera mi detención correspondiente, entonces ya sabíamos lo que iba a pasar y no me quedaba otra opción, estuve tres meses en la clandestinidad y desde ahí hacia los programas de radio y escribía los artículos para el diario, pero no pude aguantar la clandestinidad, es muy difícil, es muy dura, estaba cerca de mi familia, pero yo podía ir a verlos, fue muy duro para mi y eso determino mi salida” (Entrevista 1, 2004: 2 -3)

La progresiva ruptura de la esfera publica articulada durante la democracia peruana en los años ochentas se debío a una serie de factores, de los cuales los más importantes fueron la guerra interna entre Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, organizaciones políticas alzadas en armas y que estaban enfrentados al Estado y la relación amigo/enemigo que se internalizo en el espacio publico peruano.

En esta perspectiva, la argumentación habermasiana es un modelo demasiado alejado de la realidad política peruana, ya que no da cuenta de la existencia de relatos y actores no democráticos, ello nos llevo a examinar la propuesta de Fraser, quién sostiene reorientar el concepto de esfera pública desde un sentido que aborde las distintas identidades que participan en la misma, ya que ello enriquece el concepto y visibiliza a otros actores que no se encuentran presentes, en la “La esfera pública liberal”, de Habermas. La utilidad de la propuesta de Fraser (1992), radica en que incrementa la potencialidad democrática del concepto en discusión, porque ya no podemos habla solamente de lo “público - liberal”, sino de los “públicos”, lo que permite incorporar a diversos actores que estaban excluídos de la esfera pública liberal, entre los que estaban fundamentalmente las mujeres, los exiliados: “Autores como Joan Landes, Maty Ryan y Geoff Eley sostienen que la versión de Habermas idealiza la esfera pública liberal. Argumentan que, a pesar de la retórica de la publicidad y la accesibilidad, la esfera pública oficial siempre descansó en, y fue constituido por, algunas exclusiones significativas. Para Landes, el eje de la exclusión está en el género. Ella argumenta que la característica de la nueva esfera pública republicana en Francia fue construida en una oposición directa a la cultura de salón, más accesible a las mujeres, la misma que fue estigmatizada por los republicanos en términos de "artificial", "afeminada", y "aristocrática". De esta manera, constructos de género masculino fueron incorporados en la misma concepción de la esfera pública republicana, al igual que una lógica que condujo, en la época principal de control Jacobino, a la exclusión formal de la mujer de la vida política. (Fraser, 1992: 8)

Las mujeres de todas las clases y etnicidades fueron excluidas de una participación política oficial en base a su género, en tanto que los hombres plebeyos, no propietarios también fueron excluidos de la ciudadanía y por lo tanto de la esfera pública.

Los procesos de incorporación y reconocimiento de “otros públicos”, se ha dado de la mano de movimientos sociales que han privilegiado sus identidades sociales y culturales. Siendo el feminista uno de los mas importantes. Una de las críticas centrales al concepto de Habermas es que asume la esfera pública como un espacio neutral, carente de identidades culturales y sociales, lo que va en contra de los hechos, incluso en el caso de los migrantes económicos, entendidos como grupos subordinados dentro de la sociedad chilena estratificada, ellos/ellas van a asumir la construcción de sus propios espacios públicos, codificándolos a partir de sus propios contenidos culturales y simbólicos.

En el caso de los inmigrantes peruanos en Santiago de Chile, una de sus características principales consiste en ser una migración de compuesta mayoritariamente por mujeres, un 63%, versus un 37% de migrantes hombres (Stefoni, 2002, 118), además el hecho de que la mayor parte de las inmigrantes mujeres se dediquen al trabajo doméstico (empleadas del hogar), mientras que los hombres se desempeñan en su mayoría como obreros de la construcción, incide fuertemente en la configuración de los espacios públicos de los peruanos/as residentes en dicha ciudad y sugiere indagar en la importancia y el papel que cumplieron los refugiados políticos para articular la presencia esporádica de las/os migrantes económicos en la configuración de lo “público peruano”, en Santiago de Chile.
Desde esta perspectiva, la esfera pública es entendida como una instancia política fuera de la “institucionalidad de la política”, pero que es capaz de influir decisivamente en esta, que permite ir más allá de los aspectos procedimentales de la misma y conectar a los sujetos dentro de un entramado de relaciones sociales, políticas y culturales que se dan en un espacio de circularidad que se orienta en torno a la comunidad política de origen y la receptora, y que sólo es posible en tanto los migrantes, cuenten con los recursos y la socialización política pertinente para actuar en dichas instancias, reconociendo su potencialidad ciudadana, la que se actualiza a través de los procesos de rememorización, memoria y distanciamiento, en donde los fundamentos sociales y culturales positivos de la globalización, como la difusión de los derechos humanos, se convierten en valores básicos que los legitiman en espacios nacionales y binacionales, por ello es importante analizar el papel de los refugiados/as políticos/as peruanos en Chile, pues su experiencia y el conocimiento desprendido del mismo fue vital para generar estrategias de organización e inclusión tanto para con la sociedad receptora con la de origen.

La dimensión política de la migración y la constitución de las identidades

El proceso de formación de identidades subalternas es un proceso en constante tensión, en la que las comunidades discursivas producen narrativas de pertenencias, de resistencia o escape, estas son intersticiales, es decir, se abren entre territorios discursivos dominantes tales como "Estado-nación", "comunidad local" y "comunidad étnico-racial". En tanto que la dimensión política de la migración impregna los diferentes niveles – género, económico, social e ideológicos – de la realidad cultural, y da lugar, en el seno de las diferentes sociedades receptoras, a la aparición de distintos discursos sobre la integración, asimilación y pluriculturalismo, términos que hacen referencia a distintas prácticas y discursos políticos que marcan la relación entre individuos, grupos diferencialmente distintos y las políticas de los estados en relación con los inmigrantes. Procesos que se reflejan en la esfera pública y en la sociedad civil.

En síntesis, considero que para comprender los procesos de configuración de las identidades políticas genéricas de los refugiados y refugiadas peruanas en contextos nacionales y transnacionales, hay que recurrir a sus relatos sociales, ellos y ellas, comparten en común su condición de extranjeros y el lugar de procedencia, aunque tienen distinciones de edad, género y ubicación en la estructura social inmigrante y receptora. Sus relatos me permitieron acceder a sus representaciones sociales, prácticas sociales y cambios relacionados con la dimensión política, además de permitirme ubicar las principales dimensiones simbólicas de la misma. Categorías como Memoria, Sujeto, Nacionalismo y Esfera pública/Sociedad civil, adquirieron sentido en sus relatos, debido a que son producidos de acuerdo a una memoria histórica conectada directamente con sus experiencias de vida pasada que se actualiza en el presente y les permite operar en él.

La inmigración se transformó en un espacio de vida comprendido, reflexionado y evaluado a partir de sus repertorios sociopolíticas y culturales anteriores, de este proceso surgirán sentidos y proyectos de inserción, organización y estrategias sociales destinadas a vincularse con su comunidad de origen y si es posible inventarla y reterritorializarla en algunos espacios físicos de la comunidad receptora, además de ubicarse en el Estado-nación receptor
2. La inmigración peruana hacia Chile
La inmigración peruana hacia Chile es de larga data, ambos son países vecinos y tienen una histórica tradición de intercambios migratorios, que hasta fines de la década de los ochenta se habían delimitado a las ciudades fronterizas de Arica e Iquique, además de un pequeño número de peruanos en Santiago de Chile, que básicamente eran empresarios, comerciantes y estudiantes, por lo que su permanencia no era significativa para este país. No obstante el fenómeno migratorio masivo de peruanos a lo largo de la década de los noventa hacia la Ciudad de Santiago de Chile, es inédito, tanto por su volumen, como por la cantidad de organizaciones económicas, sociales, religiosas y políticas que se han forjado durante el lapso de tiempo señalado, sólo durante la

Las razones que favorecieron la migración de peruanos hacia este país son distintas pero pueden clasificarse en tres rubros principales: a) Socioeconómicas; b) Políticas; y c) Culturales (Altamirano, 2000; 27 – 28), las cuales en muchas ocasiones se complementan simultáneamente, por ejemplo, la crisis económica y la política, se conjugaron para influir en la emigración peruana durante las década de los ochenta y los noventa.

a) Causas Socioeconómicas: Uno de los principales elementos que juega a favor de la emigración es la inestabilidad de la economía del Perú, la migración en el Perú, aumentó cuando se produjo la recesión económica en los ochenta que incide sustantivamente en la reducción del mercado de trabajo, la baja de los salarios y el aumento de la inflación.

b) Causas Políticas: La estabilidad política de un país influye decisivamente en los procesos de inmigración y emigración. En el caso peruano el golpe de Estado de 1968 influyó en la drástica disminución de la inmigración y en el aumento de la emigración de las clases altas y media alta. En tanto que las crisis políticas generadas por las organizaciones alzadas en armas contra el Estado (Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru), y la pérdida de legitimidad de los partidos políticos durante los ochenta son fundamental en el aumento de la emigración externa forzada, uno de cada cuatro peruanos que emigran en este período al extranjero son refugiados políticos.

c) Causas Culturales: Como hemos visto anteriormente el nacionalismo es la ideología que permite la cohesión y la identidad de todos aquellos individuos que se identifican como pertenecientes a una comunidad imaginaria. En este sentido a lo largo del tiempo se han ido configurando una serie de imaginarios sociales acerca de la emigración. Altamirano (2000; 30), sostiene que uno de los mitos que existe acerca de la migración es ser considerada socialmente como sinónimo de éxito.

Durante la década de los ochenta la migración peruana hacia Chile se encontraba integrada por personas provenientes de las clases medias peruanas, el número de peruanos entre el año 1985 y 1990 es de 29,350 de los cuales 19,270 (66%), eran estudiantes, profesionales, técnicos y empleados, en tanto que el resto 10,080 (14%) eran inmigrantes sin calificación profesional o técnica. En la década de los noventa el perfil del inmigrante peruano en Chile cambia radicalmente, los inmigrantes son básicamente económicos y pertenecientes a las clases medias bajas y sectores populares del Perú.

En 1995 la tasa de inmigrantes peruanos se mantiene estable, según datos estadísticos recopilados por Ahumada (2000; 5), el promedio de peruanos que se quedaron en Chile durante cada año (entre 1989 y 1994), fue de 2,029. Durante el año 1996 la tendencia de peruanos y peruanas que residían en Chile aumentó notablemente, el promedio anual para los años 1996, 1997 y 1998, subió a 12,708, lo que en términos porcentuales significó un aumento del 626%, tendencia que se mantuvo en 1999, a pesar de la crisis asiática que estalló a fines de 1998.

Los/as peruanos/as en la ciudad de Santiago de Chile

Las autoridades chilenas calculan que residen en Chile alrededor de 65,000 inmigrantes peruanos, de los cuales 8,000 aproximadamente se encuentran en situación irregular. (Cano, 2002). La mayor parte se concentra en la ciudad de Santiago de Chile, un dato que confirma esta tendencia son los resultados de las votaciones presidenciales del año 2001, en donde la mesa de electores peruanos en Chile más numerosa es la de Santiago, seguida por la de Iquique y Arica (En las últimas elecciones peruanas generales del año 2001, votaron en Santiago de Chile un total de 10,744 ciudadanos peruanos, de un total de 15,000 aptos para hacerlo. www.rpp.com.pe/politica/detalle.asp?codigo=35173 ).

Paralelamente al aumento de la población de inmigrantes de origen peruano en Santiago de Chile, se dió la ocupación de ciertos espacios públicos de la ciudad, entre los que sobresalió la Plaza de Armas, el centro de encuentro más importante de los recién llegados. La presencia de los inmigrantes peruanos adquiere notoriedad con las denuncias que el “Comité de Refugiados Peruanos y el Comité de Chilenos en Apoyo a los Migrantes”, hacen en relación con los supuestos abusos policiales de los que son objeto algunos ciudadanos peruanos. (Guerra; 1999). Así como por las protestas de algunas de las organizaciones de residentes peruanos frente a los locales diplomáticos del Perú en Santiago de Chile (www.rpp.com.pe/international/detalle.asp.?=24444). Sin embargo el hecho que consolidó la presencia de las organizaciones peruanas fue el despliegue de una serie de noticias vinculadas con la situación política en el Perú y particularmente con las elecciones presidenciales de los años 2000 y 2001.

3. Género, Memoria, espacio público y Sujeto; aspectos del papel de los/as refugiados/as en la cohesión de lo peruano en Santiago de Chile.

Los/as refugiados/as políticos/as peruanos/as que llegan a Chile lo hacen mayoritariamente entre los años 1990 y 1994, la salida forzada de su país implicó el desarraigo físico y emocional respecto a su familia, sus espacios vitales y a una comunidad política en la que su presencia implicaba en muchos casos un peligro para su existencia biológica, sin embargo, las percepciones de nuestros/as entrevistados/as, sobre la importancia que le asignan a los publico y a los privado es distinta;

El autogolpe fue el 5 de abril, a fines de mayo me vine, durante todo ese tiempo estuve escribiendo, viviendo clandestino y supuestamente yo era peligroso por el hecho de que yo escribía. Escribía en la República, para la Industria y para el Tiempo, en donde yo denunciaba, porque la Biblia dice que hay que denunciar la buena nueva y la mala también, por eso yo continuaba haciendo mi trabajo, denuncié los nombres, los lugares, los asesinatos de campesinos (…) En realidad yo no tuve tiempo para escoger, salí simplemente con el apoyo de la Iglesia Católica y no tuve opción de escoger a ningún país, porque tampoco estaban en los planes de mi vida salirme del país de un momento a otro. Me dijeron: Mira a Chile puede ser... y yo les dije vamos a cualquier lugar, pero yo me voy, y me salí simplemente, sin prepararlo, ni pensarlo. (Luque, 2002, entrevista núm. 10)

Como se podrá ver en la cita anterior, uno de los entrevistados hace un fuerte hincapié en su experiencia pública en el Perú, en su trabajo político y laboral, la migración forzada fue un parte aguas que marcó decisivamente su historia de vida, es un antes y después en su vida emocional y social, de un día al otro desaparece de la vida social peruana y es ubicado en la sociedad chilena sin mayores mediaciones que un viaje rápido que termina en Santiago de Chile, fruto de la persecución de la que fue objeto:

Bueno al ver esta situación insoportable para mí, los seguimientos que me hacían al correo, se paraban vehículos en mi casa, inclusive a mi hija mayor, le preguntaban, le decían donde estoy yo, intervinieron el teléfono y era insoportable la acción, ponían un cassette en donde se disparaba ametralladora. Entonces como que... yo ya no pude más, no solamente era yo el afectado, sino ya mi familia, asustaron a mis tías, yo me iba a donde unas tías, a unos restaurantes que tenían en el Mercado, llegaron a donde las tías le dijeron que yo era Senderista, hicieron tanta estupidez, tanta coacción, que ya comenzaron a dudar hasta la familia, si efectivamente yo tenía que ver algo con el terrorismo. (Ibídem)

Evidente el espacio privado, el de sus seres queridos y su familia es su último punto cable a tierra en el Perú, calumniado y desciudadanizado, acusado y calificado como “terrorista”, pierde sus derechos e incluso la confianza de su familia, la esfera pública colonizada por el autoritarismo Fujimorista pierde su dinámica inclusiva democrática y se reduce a su mínima expresión, en tanto que el espacio familiar es afectado por la lógica de la sospecha y la inseguridad.

Una vez en Santiago de Chile los procesos de inserción que viven los refugiados políticos a su llegada se caracterizó por su precariedad, no cuentan con recursos económicos y, por otra parte, no existía en estos años una red de recepción constituida en Chile para estos casos. Sin embargo, la existencia de una experiencia previa de valoración de los derechos humanos en algunos sectores de la sociedad civil chilena, producto de las experiencias vividas durante la dictadura militar, les permitieron encontrar ciertos espacios de ayuda que facilitaron su inserción, otro de los entrevistados nos señala este proceso:

Para mí fue muy duro. En primer lugar, porque yo llegué de un momento a otro, el 93.Yo no sabía que existía el ACNUR, no sabía que existía nada. Yo vine sólo y no tuve más orientación ni para empezar a trabajar, a buscarme la vida. Fui a una parroquia y ellos me recomendaron ir a la Comisión de derechos humanos, me dijeron que estas cosas habían pasado en Chile y que tenía que ir a esa comisión, y fui a averiguar por si acaso, para ver qué pasa, yo no sabía de estos temas, yo entiendo que estos temas los sabe la gente más política, pero fui a la Comisión de Derechos Humanos de Chile y ellos me mandaron al ACNUR. (Op. Cit. Entrevista núm. 10)

En el ACNUR (Alto Comisionado de las naciones Unidas para los Refugiados), le ofrecieron ayuda económica y legal para vivir los primeros meses. El aspecto más sustantivo fue la legalización de su residencia en Chile, con ello pudo trabajar sin mayores problemas.

La importancia de las organizaciones de derechos humanos en la inserción de los refugiados peruanos fue medular, sin su apoyo el esfuerzo de los inmigrantes políticos hubiera sido mucho mayor y sus posibilidades de inserción mínimas. Producto de esta interacción se construyeron lazos de solidaridad entre peruanos y chilenos que serían valiosos en los siguientes años, el relato de Juan nos confirma la trascendencia de esta relación:

Los primeros días dormía en el suelo, compraba El Mercurio porque me dijeron que ese era el diario en donde se podía conseguir trabajo, leía los posibles trabajos y los tendía en el piso para yo poder dormir, mi vida fue atroz por lo menos un mes y así lo pasaba hasta que me comuniqué con organismos de derechos humanos que tenían que ver y por ahí fui tirando currículo, pero aún así la ayuda no me alcanzaba ni para pagar la mitad de mi arriendo. Comía pan y plátanos, pasé penurias acá. Yo me sentía mal, yo llegué por casualidad porque paraba vagabundeando buscando trabajo. Y así logré dar con el CODEPU[1]. Me trataron bien, bueno incluso logré estudiar alemán gracias a una beca que me dieron ellos, que pagaron ellos, entiende y me daban para mi pasaje, hasta que yo conseguí trabajo, me trataron bien, pero yo los vi de casualidad. (Op. Cit. Entrevista núm. 10).

Si bien los esfuerzos de acogida a los refugiados peruanos por parte de las organizaciones de derechos humanos chilenas y el ACNUR fueron importantes en su inserción, ellos buscaron crear sus propios espacios, ya en el año 1994 fundan la primera asociación: “La Comunidad Peruana Santa Rosa de Lima”, bajo los auspicios del Instituto Católico de Migraciones (Incami), y la Parroquia italiana de Providencia. Inicialmente la mayoría de sus fundadores son refugiados políticos, pero ante el perfil religioso que le imprime él coordinador parroquial, los miembros fundadores se apartan de la misma, (en los años venideros, la mayoría de sus integrantes provienen de los inmigrantes económicos). La ausencia de organizaciones de inmigrantes y la génesis de las mismas son descritas por nuestro informante:

Cuando yo llegué no habían organizaciones peruanas, salvo el Club peruano que ya tenía muchos años funcionando. Pero ahora hay todo tipo de organizaciones: Culturales, religiosas, políticas. La Comunidad Santa Rosa de Lima, el Grupo evangélico, El Club Peruano. El Comité de refugiados Peruanos en Chile, Proandes, Apila, entre otros. Yo fui uno de los fundadores de una de las primeras organizaciones cristianas que se llamó: “Amigos de la vida”, después con el tiempo formamos el “Grupo de los Ocho”, integrado exclusivamente por refugiados, nos juntamos para ver qué podíamos hacer por nuestros casos en el Perú, así tocamos las puertas de las organizaciones de derechos humanos chilenas para sensibilizar y dar a conocer la existencia de refugiados peruanos viviendo en Chile. Después del grupo de los ocho se formó el Comité de Refugiados y Proandes, las organizaciones que tienen más peso ahora. (Op. Cit. Entrevista núm. 10)

En este sentido es importante destacar que hasta el año 1998 el desarrollo de las organizaciones de inmigrantes se redujo a pequeños grupos de refugiados políticos, apoyados por organizaciones civiles chilenas vinculadas con el tema de los derechos humanos.

La visión de las refugiadas

La percepción de las refugiadas peruanas residentes en Santiago de Chile es diferente, en tanto que no desarrollan una frontera tan fuerte entre lo público y lo privado:

Estuve trabajando en una federación peruana en Chimbote y supuestamente una vecina me acusó de ser terrorista, y me vi obligada a dejar mi trabajo, mí familia. Mis hijos se quedaron con mis hermanas y mi marido me abandono rapidito, se fue con otra y ante la desgracia de caer en la cárcel me fui a Chile, con un dolor en el pecho que hasta ahora me abruma, llegue el año 91 y me atendió el ACNUR, me moría de ganas de saber de mí familia y recién a fines del 92 supe que estaban bien, además como ya empecé a trabajar en la casa de una Chilena, les mande un poco de plata.


La llegada masiva de peruanos no sólo género actitudes de bienvenida e inclusión por parte de las autoridades y de la sociedad chilena, una de las principales causas que los motivaron a generar espacios propios se debió a las fuertes actitudes de discriminación por parte de autoridades policiales locales, una de las razones de estas conductas se debe, según nuestros informantes, a la visión desvalorada que tienen los chilenos de los peruanos, que se fundamenta en elementos históricos como la victoria de los chilenos en la Guerra del Pacífico en el siglo XIX, y en factores étnicos, en el sentido que los rasgos físicos de los chilenos son occidentales, y los peruanos son mestizos e indígenas:

Los procesos de discriminación activaron las fibras nacionales de los inmigrantes peruanos, haciendo de ellas un fuerte elemento identitario, capaz de cohesionarlos en relación con intereses comunes, de esta manera las organizaciones de inmigrantes peruanos que en un tiempo contaron con casi una exclusiva presencia de refugiados políticos peruanos, se reforzaron con la integración de nuevos miembros reclutados entre los inmigrantes económicos que arribaron a Chile después de 1996.

Por otra parte los vínculos que desarrollaron los refugiados políticos con las asociaciones civiles y organizaciones de derechos humanos se ampliaron hacia los inmigrantes económicos, lo que permitió la instalación en la agenda pública de un conjunto de demandas de inclusión ciudadanas por parte de los inmigrantes peruanos, entre las que destacaron: El respeto a los derechos civiles de los inmigrantes por parte de las autoridades policiales, la inscripción en los registros públicos de los hijos de peruanos en Chile, el acceso a los servicios públicos de salud sin ningún tipo de restricciones, y la regularización de los inmigrantes indocumentados. Lo que al final de cuentas permite la consolidación del tema de los derechos humanos de los inmigrantes en general y de los peruanos específicamente en la opinión pública chilena.

El tema de los derechos humanos de los inmigrantes y la discriminación es impulsado por organizaciones peruanas y chilenas en los años siguientes, las cuales tratan de poner el tema en la esfera pública, destacando entre ellas: La Corporación Ayun, el Comité de defensa de derechos del Pueblo (CODEPU), y la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristinas (FASIC). El 9 de Agosto 1999, se organizó una mesa de discusión sobre el tema de la migración en Chile, las conclusiones acerca de la situación de los inmigrantes y el Estado y la sociedad chilena, confirman una relación discriminatoria con los y las extranjeros, con las migrantes.[2]

Los días 23 y 24 de Noviembre del 2000 la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía, de la Cámara de Diputados del Congreso de la República de Chile, junto con la Corporación Ayun, organizaron; El Encuentro Sobre Migraciones. Este espacio fue fundamental pues legitimó definitivamente a nivel del Estado la problemática de los derechos de los inmigrantes. La canciller de Chile, María Soledad Alvear, en su discurso señaló:

Cabe señalar que a pesar de no existir en Chile una política oficial declarada en términos de xenofobia o racismo u otras formas de intolerancia, el país no está ajeno al problema de la discriminación, y de la falta de acceso a las mismas oportunidades económicas y sociales por el conjunto de individuos y colectividades que integran la nación. En este sentido, con el avance de la modernidad y la globalización, son numerosos los chilenos y extranjeros que sufren de la discriminación en el país, principalmente, de parte de la opinión pública poco sensibilizada, de los medios de comunicación y de actores públicos y privados. Se trata de una forma de discriminación encubierta que en el caso de los indígenas, de las mujeres, de los migrantes, (principalmente peruanos, bolivianos y cubanos), cobra mayor gravedad cuando se torna en un caso de discriminación múltiple.[3]

El encuentro fue significativo para el problema de los derechos humanos y ciudadanos de los inmigrantes en Chile. Se reconoció la necesidad de ampliar los derechos económicos y sociales a los inmigrantes, además de implementar a través de la División de Organizaciones Sociales del gobierno, una serie de programas de salud y bienestar dirigidos exclusivamente a los inmigrantes.

Paralelamente al reconocimiento y a la implementación de políticas públicas dirigidas a la inclusión de los inmigrantes por parte del gobierno chileno, en Perú se da una crisis paulatina y la pérdida de legitimidad del régimen Fujimorista a fines de la década de los noventa e inicios del 2000, producto de los siguientes factores; en primer lugar, la crisis asiática impacto negativamente en el crecimiento económico generándose más desempleo e inestabilidad. En segundo lugar, las constantes denuncias llevadas a cabo por diferentes organizaciones e instancias relacionadas con la defensa de los derechos humanos habían construido una imagen del gobierno como un promotor activo de las violaciones humanas a través del Servicio de Inteligencia Nacional[4]. Y en tercer lugar, y que fue el factor que generó un repudio masivo fue la clara voluntad de Fujimori de reelegirse como presidente para un tercer período consecutivo, ello produjo una amplia reacción de los distintos sectores de la sociedad civil peruana.

El impacto de estos factores entre los inmigrantes peruanos en Santiago de Chile fue catalizado por la convocatoria a elecciones para el mes de abril del 2000. El universo de peruanos aptos para votar en todo Chile según declaraciones del cónsul peruano, es de alrededor de 15,000 personas.

Este escenario permitió el despliegue por parte de algunas organizaciones de inmigrantes como El Comité de Refugiados Peruanos en Chile, Proandes y Apila, de un conjunto de movilizaciones de rechazo y protesta al gobierno peruano que incluyó: manifestaciones ante los locales diplomáticos del Perú en Chile, conferencias de prensa y Jornadas de Difusión sobre la situación peruana en Universidades y otros espacios públicos:

No sólo para las elecciones, desde antes íbamos a la embajada con nuestros carteles, nuestras pancartas y protestábamos y decíamos que se vaya Fujimori que no lo queríamos. Entonces protestábamos, íbamos, reclamábamos cuando hubo las elecciones.[5]

La participación en las acciones que se implementaron en función al escenario electoral, fueron asumidos incluso por inmigrantes económicos como un deber cívico, pues ellos no estaban totalmente desconectados de lo que pasaba en el Perú:

Aquí de alguna u otra manera siempre se participó, concientizando a la gente, de que al menos votara por una persona que no estaba dentro de la dictadura. Entonces, ésa fue la participación que tuvimos nosotros. Repartíamos volantes para que la gente se dé cuenta un poco, para que no vuelvan a votar por el Chino. Y había casos aquí el mismo día antes de las elecciones nos enfrentábamos en política porque defendían a Fujimori.[6]

La mayoría de estas actividades no fueron impulsadas exclusivamente por las organizaciones peruanas, sino recibieron el apoyo de organizaciones y asociaciones de la sociedad civil chilena.

Fue muy abierta porque hubo gentes que se interesaron mucho en la persecución, o en la repercusión que hubo de la política del Perú, entonces eso era tema vigente. Eran temas para hablar dentro de los organismos, dentro de las universidades aquí de Chile, eran temas de hablar de los mismos gobiernos de Chile. Porque igual y tú sabes que eso trae cola, con las persecuciones que hubo en Perú.[7]

En medio de la contienda electoral final, el entonces candidato presidencial, Alejandro Toledo realizó una visita a los inmigrantes peruanos en Santiago de Chile, en ella expuso su plan de gobierno y les solicitó su apoyo electoral para conseguir ser elegido como Presidente del Perú, la percepción de uno de nuestros entrevistados sobre este hecho es la siguiente:

Cuando vine Toledo yo le dije que tiene que apoyar a la microempresa, que no interesa que sean de izquierda, de derecha, lo que sea si es por el bien del Perú hay que trabajar, porque ya Fujimori, como acá dicen en Chile, ha dejado la escoba, dejó el caos y la crisis.[8]

Las elecciones finalmente dieron como ganador a Toledo, lo importante a destacar es el seguimiento que la prensa chilena y peruana hizo del acto electoral de los peruanos en Santiago de Chile, diarios como La República, El Comercio y Expreso, destacaron enviados especiales, asimismo la prensa chilena cubrió el desarrollo de dicho acontecimiento.



Conclusiones

Hasta el momento hemos tratado de explicar la importancia de los elementos simbólicos de la configuración de la ciudadanía en el caso de los inmigrantes peruanos en Santiago de Chile. Una primera aproximación nos permite destacar la centralidad de la identidad nacional en la configuración de una identidad política común de los inmigrantes peruanos.
La identidad nacional se instala como un espacio de cohesión, producto de las discriminaciones de las que son objeto por parte de ciudadanos chilenos y funcionarios públicos, los inmigrantes económicos que llegaron a Santiago de Chile después de 1996: Las exclusiones y discriminaciones toman como base la identidad nacional chilena, que es expuesta como una forma de identidad nacional-política superior a la peruana. Ante ello los inmigrantes peruanos se repliegan sobre su identidad nacional, estableciendo una serie de espacios en donde lo nacional-peruano se constituye en un refugio ante lo nacional-chileno:

En todo momento yo apruebo lo que es peruano, por mi cara, porque yo me veo así, como peruana, por ejemplo a mí a veces, los carabineros me dicen a mí “que usted es peruana”, sí, es mi país, aunque esté mal la economía, soy peruana y peruana quiero seguir así. Por eso nosotros nos reunimos entre nosotros, cuando nos reunimos acá, como parece que fuera el Perú, como estamos reunidos acá en catedral la mayoría y parece como si acá fuera igual, como si estuviéramos en el Perú, en esos momentos yo casi siento como si estuviéramos en el Perú cuando estamos acá en catedral, pero en el momento en el que no hay nadie, ahí ya parece que estuviéramos en Chile.[9]

El ingreso de los discursos generados por los inmigrantes peruanos y sus organizaciones en la esfera pública corresponde fundamentalmente a la conexión que se establece en los primeros años de los noventa entre los refugiados peruanos y las organizaciones y asociaciones civiles chilenas vinculadas con la defensa de los derechos humanos durante la dictadura militar chilena, ello favorece el establecimiento de vínculos comunes y lazos de colaboración que influyen posteriormente en la formación de una base común de acción entre las organizaciones de inmigrantes peruanos y las asociaciones civiles chilenas al impulsar ante la opinión pública nacional chilena el reconocimiento de la discriminación de los inmigrantes, la violación a sus derechos humanos y el proponer ciertos criterios de tolerancia e inclusión en los derechos económicos y sociales.

Con relación al escenario electoral peruano la esfera pública que se configuró durante la coyuntura en cuestión se desarrolló en dos niveles, el primero en torno al escenario nacional propiamente chileno, los discursos emitidos por un sector de los ciudadanos peruanos y las organizaciones chilenas se conectaban básicamente con la necesidad de señalar los vicios y conductas anti democráticas del régimen Fujimorista. En un segundo momento la campaña electoral se trasladó a Santiago de Chile con el arribo del candidato presidencial; Alejandro Toledo, ello atrajo la atención de los actores ya mencionados, además de la prensa chilena y extranjera, las cuales van a cubrir el proceso electoral hasta su finalización.

La idea de la identidad nacional como un elemento central de este proceso se refleja claramente en la siguiente frase de uno de nuestros informantes, quien al acudir a la celebración de las fiestas patrias en la embajada peruana en donde aún se encontraban los funcionarios diplomáticos nombrados por el régimen Fujimorista, expresó lo siguiente:

Ese día nadie mencionó a Toledo, era Fiestas Patrias no más, pero para mí no solamente eran las Fiestas Patrias, las fiestas patrias están en cómo vivir mejor, en cómo recordar a nuestros antepasados, recordar esa fiesta de la peruanidad. Pero también no solamente ver el pasado sino ver el futuro, estar en el presente (…) Pero a raíz del cambio yo ya estaba en la Embajada y me voy a cercar al Consulado, porque yo soy peruano y tengo todos los derechos de reclamar, de exigir mis derechos, me entiende. A mí me han perjudicado, han desunido a mi familia, yo acá vivo solo prácticamente entonces no tengo la ayuda de nadie y yo solito me las arreglo, yo solito me las rebusco me entiende, entonces esa es la situación que ha cambiado ahora.[10]

La afirmación de nuestro entrevistado es una descripción de una comunidad imaginaria que se mueve a través del tiempo y se reconstituye en el futuro, también es una apelación de reencuentro con una ciudadanía suprimida por las circunstancias vívidas por el sujeto en cuestión, en este sentido la identidad nacional sólo tiene coherencia y proyección en el ejercicio activo de los ciudadanos que se reconocen como parte de esa comunidad política imaginada, aún en la distancia: La nación peruana.
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[1] Comité de derechos de Defensa del Pueblo (CODEPU), Organización de derechos humanos chilena.

[2] CORPORACIÓN AYUN. 1999: Migración en Chile. Mesa de Discusión, Santiago de Chile, p. 39.

[3] ALVEAR, M. 2000: Hacia la creación de una política nacional de migración. Encuentro Sobre Migración organizado por la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía de la Ilustre Cámara de Diputados, Santiago de Chile, p. 10.

[4] Conocida también por sus siglas SIN, fue la policía política del régimen Fujimorista.

[5] LUQUE, J. 2002: Los caminos de la ciudadanía. Del modelo nacional al modelo postnacional. El caso de los migrantes peruanos en Santiago de Chile. Tesis para optar el grado de Maestro en Ciencias Sociales. FLACSO – México. Entrevista Nº 5.

[6] Ibídem, Entrevista Nº 6.

[7] Op. Cit. Entrevista Nº 6.

[8] Op. Cit. Entrevista. Nº 8.
[9] Op- Cit. Entrevista Nº 3.
[10] Op. Cit. Entrevista Nº 8.

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